"La incomprensión del presente nace fatalmente de la ignorancia del pasado. Pero quizá sea
igualmente vano esforzarse por comprender el pasado, si no se sabe nada del presente" M. Bloch

viernes, 29 de enero de 2010

Sobre la postura española durante la Gran Guerra

Os traigo esta vez cuatro documentos de época que tratan sobre la necesidad o no de ser neutral, sobre el apego mayor o menor a uno u otro bando, sobre la conveniencia de permanecer al margen del conflicto... en fin, cuatro documentos para leer e interpretar, cada uno en su pantalla y consigo mismo. Tal vez otro día indaguemos más sobre el tema, que no da tiempo ahora.

LA POSTURA DE LOS GERMANÓFILOS

¿Debemos ser neutrales?¿Debemos inclinarnos a Alemania?¿Debemos inclinarnos a los Aliados? En el momento se impone como necesidad nacional la neutralidad. (Vitores a España y a la neutralidad). Hay la neutralidad de Estado y la de opinión. Recabo para el Estado la neutralidad absoluta, pero nosotros tenemos un pensamiento y un corazón. Puede producirse una corriente de simpatía de la nación, sin perjuicio de la neutralidad absoluta del Estado.
(...)
Los intereses nuestros son acordes con los de Alemania. Por eso, nuestras simpatías deben dirigirse a Alemania, aunque no sea más que apoyándonos en el apotegma de que son nuestros amigos los enemigos de nuestros adversarios. Alemania necesita un apoyo en Occidente, y esa nación es España. Un español llegado de Alemania me dice que el que manda más allí después del Káiser, es el embajador de España, señor Polo de Bernabé. Se puede decir que la simpatía de Alemania por España es tan grande, que ser español es suficiente salvoconducto para recorrer el Imperio. (Aplausos).
JUAN VÁZQUEZ DE MELLA

DATO Y LA NEUTRALIDAD

Abrigamos el propósito de no salirnos "voluntariamente" de la norma de conducta que trazamos al estallar la conflagración. De la neutralidad sólo nos apartaría una agresión de hecho o una conminación que se nos dirigiera en términos de ultimátum para prestar nuestro conjunto activo a algunos beligerantes. Ni lo uno ni lo otro es de temer, en buena hora lo digo. Alemania y Austria parecen satisfechísimas de nuestra neutralidad, que, sin duda, tuvo algo de sorpresa para ambas naciones, que nos creyeron comprometidos con la triple Entente. Inglaterra y Francia no nos han podido dirigir el menor reproche, ya que nuestros pactos con ambos países estaban circunscritos a la actuación de Marruecos. Nada les debemos, por otra parte, pues en la hora suprema del despojo de que fuimos víctimas en 1898 nada hicieron por España. (...)
¿Durará esta situación?¿Nos empujaran los Aliados a tomar partido con ellos o contra ellos? No lo espero, aunque no deja de inquietarme la hipótesis. Y no lo temo porque deben saber que carecemos de medios materiales y de preparación adecuada para auxilios de hombres y de elementos de guerra, y que aun en el caso de que el país se prestara a emprender aventuras, que no se prestaría, tendría escasa eficacia nuestra cooperación.
EDUARDO DATO, A MAURA

NEUTRALIDADES QUE MATAN

Desde el primer instante en que surgió el conflicto europeo, tantas veces temido, por tan pocos creído, la opinión más generalizada en España, preciso es reconocerlo, ha sido nuestra única segura salvación, se halla en proclamar y mantener nuestra neutralidad más absoluta. (...)
Al transcurrir los dias, la tranquilidad ha aumentado, llegan los optimistas, confiados en la neutralidad, a augurar para nosotros, como resultado del conflicto, días de ventura, prosperidad y engrandecimiento. ¡Quiera el cielo escucharlos! Pero por si acaso no les atiende, conviene analizar cuál es la esencia de esta medicina prodigiosa que se llama neutralidad.
"Neutralidad", literalmente expresa no ser de uno ni de otro. ¿Es que España en realidad no es de uno, ni de otro?¿Es que se puede dejar de ser de uno o de otro? (...)
España, pues, aunque se proclame otra cosa desde La Gaceta, está por fatalidades económicas y geográficas dentro de la atracción de la órbita de la triple inteligencia; el asegurar lo contrario es el cerrar los ojos a la evidencia. España, además, no puede ser neutral, porque de llegar el momento decisivo la obligarán a dejar de serlo. (...)
La hora es decisiva, hay que tener el valor de las responsabilidades ante los pueblos y ante la Historia; la neutralidad es un convencionalismo que sólo puede convencer a aquellos que se contentan con palabras y no con realidades; es necesario que hagamos saber a Inglaterra y a Francia que con ellas estamos, que consideramos su triunfo como el nuestro y su vencimiento como propio; entonces España, si el resultado de la contienda es favorable para la triple inteligencia, podrá afianzar su posición en Europa, podrá obtener ventajas positivas. Si no hace eso, cualquiera que sea el resultado de la guerra europea, fatalmente habrá de sufrir muy graves daños.
La suerte está hechada y no hay más remedio que jugarla; la neutralidad no es un remedio, por el contrario, hay neutralidades que matan.
CONDE DE ROMANONES

LA OPINIÓN DE UN INTELECTUAL

Me parece bien que estos periódicos me califiquen de germanófilo porque, en realidad, lo soy. Ante todo, la probidad.
Cierto que no quiero ser en nada solidario con los germanófilos españoles... la razón es bien sencilla. Los germanófilos de aquí son, en su mayoría, los legitimistas católicos y los ultraconservadores; son los que han abominado siempre la cultura germánica, los que creen que Lutero era un malvado; Kant, un sectario; Schopenhauer, un misántropo malintencionado, y Nietzsche, un loco. Son los que creen que Aparici y Guijarro, y Vázquez de Mella, el padre Coferino y el padre Zacarías han desmoronado por completo la filosofía alemana.
Estos clericales odian a Francia por haber separado la Iglesia del Estado, y no ven en Alemania más que militarismo y disciplina.
Yo no siento por estos clericales-fósiles de la fauna europea ni estimación ni simpatía, y no quiero estar ni pasajeramente en su bando.
Ellos admiran a Alemania por lo que a mí me parece abominable, en Alemania y fuera de ella, y abominan de Alemania por lo que yo encuentro digno de admiración.
PÍO BAROJA

Hay de todo un poco, como veis. 

fuentes: Historia de España Durvan, tomo 6. Documentos adjuntos al texto (pp.61 a 65)

Saludos...

lunes, 18 de enero de 2010

Testimonio de un médico en Rwanda

Y aquí va el último de los documentos impactantes que os he venido trayendo desde "El siglo de los genocidios" de Bruneteau. De nuevo aviso que puede herir la sensibilidad del lector. No acompañaré el texto con fotografía alguna.
Éste será el último -por una temporada- de los temas "duros" que suba al Blog. Trataré en cuanto acabe con los exámenes de regalaros algo más amable.

Un médico de la cooperación alemana en Ruanda da testimonio sobre los sucesos de abril de 1994 en Kibuye

Empezamos a comprender el alcance real de la catástrofe humana a partir del viernes o, al menos, el sábado 16 de abril. Tras unas dos horas de estrépito de armas de fuego detrás de las colinas del sur de la ciudad (salvas de fusiles y estallidos de granadas), el viernes a mediodía todos estábamos tensos y angustiados: ¿se trataba realmente del primer tumulto de los combates con el ejército de los rebeldes, como lo presentaban las milicias del vecindario? Esa noche ningún herido fue llevado al hospital....

La mañana del día siguiente mi colega emprendió una "ronda de inspección" por el sector administrativo de la ciudad  y el lugar de los ruidos de combate. A primera hora circulaban ya rumores de masacres atroces. Hacia las 11 mi colega llegó a la puerta de mi casa, hundido y traumatizado: me describió los centenares de cadáveres   en las calles en la zona de la prefectura y Nyabidahe, y también la carnicería de varios centenares de refugiados en la escuela secundaria de Nyamishaba. Estimaba que había sido asesinada en torno a la mitad de la población de Nyabidahe y del centro residencial de Cyumbati, si se tomaba como base el alto índice de tutsis. Me rogó que intentara recoger a algunos niños que seguían con vida entre las montañas de cadáveres de la escuela. Tras una breve discusión con mi mujer, partí con voluntarios de la Cruz Roja en la ambulancia del hospital. Una vez allí, un empleado de la administración de la escuela nos condujo a un escenario horrible: en el patio y en las entradas de las habitaciones yacían varios cientos de cadáveres, sobre todo de mujeres y niños. Algunos cadáveres de hombres estaban tendidos sobre un talud delante de los edificios de dormitorios (¿tentativa de defensa o de huida?). Casi todos presentaban heridas de machetazos de varios centímetros de profundidad en la nuca o el cráneo reventado, algunos también en los miemtros o en el tronco. La mayoría tenían la rigidez cadavérica desde la noche anterior, pero algunos estaban aún casi calientes y móviles, lo que significaba que sólo llevaban pocas horas muertos, tras haber perdido sangre y entre sufrimientos atroces. Entre todos los cadáveres, sólo encontramos a dos niños pequeños indemnes y a cinco muchachos gravemente heridos, cuyas profundas heridas se secaban abiertas. Uno de ellos podía incluso mantener la cabeza recta y andar, pese a sus profundas heridas en la nuca. Tras haber inspeccionado rápidamente varios hogares de profesores, donde encontramos también innumerables cadáveres en el interior y el exterior, nuestra ambulancia ya llena regresó a toda prisa al hospital. Tuvimos que dejar allí a algunas mujeres con sus niños, que se habían salvado en otra habitación. No se atrevían a aventurarse por el camino del hospital. A la entrada de la escuela estaban sentados tres alumnos de Byuamba, con sus machetes y un aire aburrido: "estaban montando guardia".

Como no había ningún cadáver en las habitaciones y ni uno sólo tenía heridas de armas de fuego, y como por otro lado la mayor parte de las ventanas y puertas habían sido despedazadas y derribadas, era evidente que el estrépito de los tiros de la víspera había sido provocado por las armas de los gendarmes, que de esa manera habían hecho cundir el pánico entre los refugiados, los habían hechado de los dormitorios y los habían entregado a sus verdugos.

Tras este descubrimiento comenzó una espera desesperada, porque progresivamente perdimos la esperanza de que las grandes agrupaciones de refugiados fueran a salvar la vida. A partir de ese sábado (16 de abril), las milicias hicieron circular el rumor de que iban a atacar a los "cómplices de la parroquia". El sábado una calma inquietante reinaba en torno al hospital. No se oía nada, aparte de la algarabía provocada por las miles de personas que había en el estadio. El lunes siguiente seguía reinando una calma relativa en el sector del hospital, pero entonces se decía que en la parroquia había tenido lugar una masacre terrible, y que ahora era el turno de la gente del estadio o del hospital, donde se escondían muchos complices. En vista de esta amenaza, la parte "hutu" del personal se instaló con sus familias en las habitaciones que no estaban arrasadas. En el hospital sólo quedaban las familias de nuestros colaboradores, que habían perdido sus casas, y los vigilantes nocturnos. Algunos llegaron a ir al inhóspito estadio, figurándose que allí encontrarían una mayor seguridad.

La mañana del martes fui por última vez al estadio para explicar las consultas fracasadas, reanudar la distribución de agua a los ocupantes y animarles a que se organizaran, lo que representaba su principal posibilidad de supervivencia. El ambiente estaba impregnado de angustia. Los tres gendarmes que habitualmente guardaban y protegían el estadio estaban ausentes, pero en esta situación no me di cuenta de lo que eso significaba.

A las 15 horas se confirmó el siniestro presentimiento, con el inicio de un estrépito de disparos y granadas muy próximo que duró hasta el crepúsculo, hacia las siete de la tarde. A veces, sobretodo al principio, estaba mezclado con rumores de aplausos y vociferaciones, como durante un partido de fútbol. Mi mujer y yo estábamos acurrucados detrás de la cama de nuestra habitación por miedo a tiradores fanáticos y, desesperados, esperábamos también nuestro fin durante las horas siguientes. No puedo recordar cuándo y cómo nos dormimos, agotados por esa noche en vela.

****

Testimonio del doctor Wolfgang Blam, publicado en JEAN-PIERRE CHRÉTIEN: Le défi de l'ethnisme. Rwanda et Burundi, 1990-1996. París: Karthala, 1997, pp. 110-113.

mapa de http://www.travelpod.com; Kibuye junto al lago Kivu

Saludos

martes, 5 de enero de 2010

Discurso secreto de Himmler en Poznan, octubre de 1943

Donde se nos muestra la falta de humanidad del personaje.






En un discurso pronunciado en Posen (Poznan) el 6 de octubre de 1943 ante los Reichsleiter y los Gauleiter, Heinrich Himmler justifica la decisión de hacer desaparecer a las mujeres y los niños judíos:

En este terreno, y en este círculo extremadamente reducido, me permitiré abordar una cuestión que quizá os parezca obvia, camaradas, pero que ha sido la más difícil de resolver de mi vida: la cuestión judía. Que no haya más judíos en vuestra provincia es para vosotros algo satisfactorio y evidente. Todos los alemanes -con raras excepciones- han comprendido bien que no habríamos soportado y no soportaríamos los bombardeos ni las dificultades de cuatro, quizá cinco o seis años de guerra, si esta peste que todo lo pudre estuviera aun en el cuerpo de nuestro pueblo. La frase "los judíos deben ser exterminados" contiene pocas palabras, se dice pronto, señores. Pero lo que exige de quien la pone en práctica es lo más duro y difícil que hay en el mundo. Naturalmente son judíos, no son más que judíos, es evidente; pero pensad en la cantidad de gente -incluso camaradas del partido- que han dirigido a cualquier servicio o a mi mismo la famosa petición que dice que por supuesto todos los judíos son unos puercos, salvo tal y cual que son judíos decentes a quienes no se debe hacer nada. Me atrevo a afirmar que, a juzgar por el número de esas peticiones y el número de esas opiniones en Alemania, ha habido más judíos decentes de los que existían nominalmente. Tenemos en Alemania tantos millones de individuos que tienen su famoso judío decente, que ese número es más importante que el total de judíos. Menciono esto simplemente porque habéis podido advertir en vuestras provincias que muchos nacional-socialistas respetables y decentes conocen a un judío que también es decente.

Os pido con insistencia que escuchéis simplemente lo que digo aquí en la intimidad, y que nunca habléis de ello. Se nos planteó la cuestión siguiente: "¿Qué hacemos con las mujeres y los niños?". Me decidí y también aquí encontré una solución evidente. En efecto, no me sentía con derecho a exterminar a los hombres -decid, si quereis, matarlos o hacerlos matar- y dejar crecer a los hijos, que se vengarían en nuestros hijos y nuestros descendientes. Fue preciso tomar la grave decisión de hacer desaparecer a ese pueblo de la faz de la Tierra. Para la organización que tuvo que realizar esta tarea fue la cosa más dura que había conocido. Creo poder decir que se ha realizado sin que nuestros hombres ni nuestros oficiales hayan sufrido en su corazón o en su alma. Pero ese peligro era real. La vía situada entre las dos posibilidades -endurecerse demasiado, perder el corazón y dejar de respetar la vida humana, o flojear y perder la cabeza hasta tener crisis nerviosas-, la vía entre Caribdis y Escila es desesperadamente estrecha.




Hemos entregado todos los bienes que les hemos incautado a los judíos -se trata de sumas enormes- al Ministerio de Economía. Mi punto de vista ha sido siempre el siguiente: si queremos ganar la guerra, tenemos ante nuestro pueblo y nuestra raza, ante nuestro Führer que nos ha sido concedido al fin al cabo de dos mil años, la obligación de no ser mezquinos y de ser consecuentes. No tenemos derecho a tomar un solo pfennig de los bienes confiscados a los judíos. Desde el principio he decretado que el SS que coja aunque sólo sea un marco será condenado a muerte. Estos últimos días, puedo decirlo francamente, he firmado por esta razón una docena de sentencias de muerte. Hay que mostrarse duro para que el conjunto no sufra. Me he sentido obligado a hablaros con mucha franqueza de esta cuestión y a deciros lo que os ha pasado a vosotros, que sois los más altos dignatarios, que tomáis las decisiones al más alto nivel del Partido, de ese orden político, de ese instrumento político del Führer. La cuestión de los judíos estará solucionada de aquí a final de año en los paises que hemos ocupado. Sólo quedarán los restos de población judía que hayan encontrado refugio en alguna parte. La cuestión de los judíos casados con no judíos y la de los semijudíos va a ser estudiada con razón y buen sentido: vamos a tomar una decisión y a aplicarla.

He tenido grandes dificultades con muchas instituciones económicas, podéis creerme. He limpiado grandes guettos judíos en los territorios de la retaguardia. En un guetto de Varsovia libramos combates callejeros durante un mes. ¡Un mes! Allí demolimos en torno a setecientos búnkers. Ese guetto fabricaba abrigos de piel, ropa, etc. Antes, cuando querías entrar, te decían: "¡Alto, usted entorpece la economía de guerra! ¡Alto, fábrica de armamento!". Evidentemente, esto no tiene nada que ver con nuestro camarada del partido Speer, no se puede hacer nada. Es una parte de las supuestas fábricas de armamento que el camarada Speer y yo mismo tenemos intención de depurar en las semanas y meses que vienen. Lo haremos sin ningún sentimentalismo, porque en este quinto año de guerra todo debe realizarse sin ningún sentimentalismo, pero con un gran entusiasmo por Alemania.

He terminado con la cuestión judía. Ahora estáis al corriente, y lo mantendréis en secreto. Cuando pase mucho tiempo, podremos quizá plantearnos la cuestión de si hay que decirle más al pueblo alemán. Creo que vale más que nosotros -todos nosotros- asumamos esta carga por nuestro pueblo, que asumamos la responsabilidad (la responsabilidad de un acto y no de una idea) y que nos llevemos nuestro secreto a la tumba.



HEINRICH HIMMLER: Discours secrets. Edición de Bradley F. Smith y Agnès F. Peterson. París, Éditions Gallimard, 1978, pp. 167-168.

Saludos

lunes, 4 de enero de 2010

Un testimonio del Holodomor, el hambre de Ucrania

Quien quiera una pequeña introducción a los hechos, la puede encontrar aquí: http://es.wikipedia.org/wiki/Holodomor:
Holodomor (en ucraniano: Голодомор, 'matar de hambre'), también llamado Genocidio Ucraniano u Holocausto Ucraniano, es el nombre atribuido a la hambruna provocada que asoló el territorio de la República Socialista Soviética de Ucrania, durante los años de 1932-1933, durante los que perecieron millones de personas.

http://ucrania-mozambique.blogspot.com

Una ucraniana de la región de Vinnytsia se acuerda de la hambruna provocada de 1933




Tenía un padre, una madre y una abuela: en dos semanas murieron los tres. Me quedé sola en casa. Tenía doce años: ¿qué podía hacer? No se encontraba nada de comer en ninguna parte. Por la mañana salía, y hasta el anochecer me arrastraba por los huertos buscando algo que roer, cualquier hierba o grama; encontrarlas no era fácil, porque no era la única que rebuscaba. Mascaba hojas de tilo, son amargas pero a mi me bastaban; cuando encontraba armuelle también me lo comía. En resumen, me alimentaba como una cabritilla. Luego me puse enferma, era en julio. Las cerezas estaban maduras, pero no tenía fuerzas para ir a cogerlas al cerezo. Vino una vecina y me trajo algunas. Habría podido devorarlas con los ojos, pero dejaban en la boca un gusto amargo, como a artemisa. No podía comer nada. La misma vecina me trajo miel, y esta vez sentí un gusto dulce. La mujer me dijo: "Está bien, has reconocido el gusto de la miel, saldrás de ésta". Ella me salvó de la muerte. Mientras estuvo con vida, le estuve agradecida; no puedo olvidar semejante generosidad.


Hay otra cosa que no puedo olvidar: ¿quién provocó la hambruna?, ¿quién ordenó que se llevasen las mondas? Se apoderaban del más minimo hueso de fruta. Llegaban en grupos de cinco, seis, a veces diez. Entraban en las casas, registraban todo, metían la nariz en cada rincón, se llevaban hasta la última mondadura; detrás de ellos no quedaba nada. Tras su paso, la gente quedaba privada de todo. ¿Cómo olvidar a esos controladores que irrumpian en la casa y exclamavan: "Entonces, ¿todavía no la has palmado?". Un día, mamá y yo encontramos en el granero el equivalente de dos vasos de judías. Mamá vio por la ventana que los comisarios se acercaban a nuestra casa. Se apresuró a meter las judías en una olla, cubrirlas de agua y meterlas en el horno, como si cociese cualquier cosa...¿Piensan que salvamos nuestras judías? ¡Pues no! Sacó la olla del horno, derramó el agua y se llevó las judías. Lo viví y sigo pensando en ello. Han pasado tantos años...pero no se puede olvidar.

TCHERVATIOUK LIOUVA ANDRIÏVNA.
Texto publicado en 1933. L'anée noire. Témoignages sur la famine en Ukraine, textos presentados por Georges Sokoloff. París: Albin Michel, 2000, pp. 103-104

Saludos

Testimonio de un superviviente armenio






Tuve ciertos reparos antes de transcribir este documento. Y es que hasta la fecha no había incluido en el blog ningún artículo "duro" (y los hay mucho más duros, creedme).
Me vi ante dos opciones: mantener un blog con artículos de historia contemporánea "amables", esto es, un blog selectivo, en el que se incluya o excluya la historia según cómo afecte a nuestra sensibilidad; o incluir lo que viniese: aquello que fue, como fue, fielmente y sin censuras, de las que -al menos en este campo- no soy amigo.
Me decanté finalmente por la segunda opción, sólo así podría traeros esos documentos relacionados con los genocidios del pasado siglo que ya anuncié ayer.


Un armenio superviviente de los campos de Siria relata la masacre de Deir-Zor en 1916

Atención: el texto puede herir la sensibilidad del lector


Tras la marcha del anterior subprefecto de Deir-Zor, fue nombrado muttessarif Zeki bey, que había estado destinado antes en Everek. Se instaló entonces en la ciudad una comisión dirigida por Turki bey, al parecer para [ocuparse] de la instalación de los deportados: pero, en realidad, se trataba de una comisión encargada de exterminarlos.

El diputado de Deir-Zor, Muhammed Ifta, Hassan Djesim y su hermano desempeñaron un papel muy importante en la organización de esta masacre.

En la región de Deir-Zor había aproximadamente cien mil deportados armenios. Antes incluso de la expedición (sekiyat), Zeki bey hizo encarcelar a ciento cincuenta de las personas más educadas. Entre éstas había gente como el pastor Hagop Zeytuntsian, de Marach, doctor en Filosofía y Teología de la Universidad de Denver , a quien Zeki propinó quinientos bastonazos: el desgraciado tenía la carne de los pies tan machacada que hubo que llevarle al matadero de Cheddadiyé. Lo mismo le sucedió a la señorita Araskia Djémbédjian, educada en el Birmingham Woodbrosk: Zeki empezó por encarcelarla, y luego la despachó.

Los chechenos escoltaban a cada grupo de estos deportados armenios a lo largo de la Djéziré, en la [otra] orilla del Éufrates, hacia la aldea de Murrât, a una hora de camino. También llevaron a varios grupos más abajo, a Suvar, situado a un dia de marcha. Nuestro convoy, compuesto de 25 000 personas, permaneció muy poco tiempo en Murrât: los chechenos nos escoltaron rápidamente a Suvar, a orillas del Jabur. Por el camino, habíamos podido constatar que los muertos de ambos sexos eran presa de los cuervos. A orillas del Jabur, vimos flotar a la deriva cientos de cadáveres atados entre sí por los brazos, algunos de los cuales estaban mutilados. Eran los últimos restos de las víctimas de la masacre de Cheddadiyé. Los chechenos dividieron nuestro convoy de 25 000 personas en ocho-diez grupos y afirmaron que iban a enviarnos a Alepo por la carretera de Ras ul-Aïn. Pero en lugar de a Alepo, los enviaron hacia la otra ladera de una montaña situada entre Suvar y Cheddadiyé, al desierto de Mergheda, y allí los masacraron. Los árabes también deshonraron y violaron a chiquillas de menos de diez años, y arrojaron al Jabur a un centenar de jóvenes huérfanos que venían de Murrât. De esta población de cien mil almas, Zeki solo dejó dos cientas tiendas en Suvar. Él y Turki bey reclamaron dos mil libras de oro para salvarlos, prometiéndoles que les harían construir casas y los instalarian en ellas. Para escapar [a la muerte] reunimos la suma deseada en una noche y se la entregamos. Un día después, Suleyman bey vino a vernos y nos rogó que fuéramos a la subprefectura para redactar y firmar un recibo que indicara que la suma entregada era una donación a la Media Luna Roja, pues temía que Constantinopla procediera a un control [de las actividades] del subrefecto (muttessarif). Doscientas personas acudieron a la subperfectura para firmar el documento. Dos días más tarde, atados entre sí por los brazos, fueron masacradas a dos horas al sur de Suvar. Había llegado nuestro turno. Entre nosotros quedaban pocos hombres. Nos pusieron también en marcha hacia los alrededores de Cheddadiyé. Durante el trayecto, nos obligaron a hacer un alto. Mientras curioseábamos por los alrededores, yo y un amigo nos encontramos con un pequeño valle cubierto de sangre seca. Ascendimos un poco y descubrimos cerca de quinientos cadáveres de todos los sexos:algunos estaban decapitados, otros tenían las cabezas machacadas, otros estaban desmembrados. Habían servido de alimento a las aves de presa. Volvimos con los nuestros y retomamos el camino. Durante la ruta, los chechenos y los árabes separaron del grupo a una parte [ de los deportados] y fueron a despedazarlos un poco más lejos. Esa misma noche, tras haberlo discutido con siete de mis compañeros, decidimos fugarnos. Finalmente logramos evadirnos, pero nos costó bastante. Nos enteramos de que, un día después, el resto de nuestro convoy había sido masacrado. Huímos y, tras pasar veinte días en la carretera, logramos por fin escapar [de la muerte].

Los verdaderos responsables y autores de las masacres de Deir-Zor son el subprefecto Zeki Bey, el diputado de Deir-Zor Turki bey, Hüssein Djessim y su hermano, los entre noventa y cien irregulares chechenos y sus jefes, Suleyman bey, Muhhamed bey, Haïdar Moustafa y otros. En la actualidad, éstos están tranquilamente instalados y viven a su antojo al norte de Ras ul-Aïn, en un lugar llamado Sefa. Es importante recordar las frases pronunciadas por Zeki bey: "No debe quedar un armenio [capaz] de decir buenos días. Si me entero de que las venas de alguno de vosotros contienen algo de piedad hacia los armenios, os las corto y os las arranco. ¡Armenios! Voy a enviaros a las orillas del Jabur y a construiros allí una Armenia. Seré su rey, y vosotros me daréis una reina". En Suvar dijo también: <<¡Oh, armenios!, ahora os encontrais en el desierto de Suvar, ¿qué dios podría salvaros de mis garras? Que venga y os salve>>.






DIKRAN BERBERIAN.
Texto publicado en la Revue d'historie arménienne contemporaine, tomo II, 1998, pp.199-200
mapa de www.mundohistoria.org

Saludos

domingo, 3 de enero de 2010

Sobre el genocidio, Naciones Unidas, 1948

Durante los próximos días, iré trayendo diferentes documentos relacionados con distintos genocidios del siglo XX, todos provenientes de los anexos del libro de Bernard Bruneteau,  El siglo de los genocidios  (ISBN: 978-84-206-6289-3), muy recomendable para quien quiera saber sobre los desgraciados procesos genocidas del pasado siglo.


Os dejo la reseña que viene en la contraportada: 


Creado en 1944 por el jurista Raphael Lemkin, el término "genocidio" designa un tipo de crimen masivo por el que un grupo es destruido intencionadamente, de forma total o parcial, en nombre de criterios nacionales, étnicos, raciales o religiosos. El siglo XX, que empezó con la aniquilación de la población armenia y terminó con el exterminio de los tutsis en Ruanda y la "limpieza étnica" en la antigua Yugoslavia, dejando entre medias las grandes masacres de la era estaliniana, la tragedia de la Shoah y el exterminio de una parte importante de la población camboyana, bien puede llamarse EL SIGLO DE LOS GENOCIDIOS. En el presente libro BERNARD BRUNETEAU analiza en detalle los casos del siglo pasado en que se puede aplicar el término, subrayando lo que considera su principal agente de incubación: el potencial de violencia acumulativa presente en algunas experiencias políticas, militares e ideológicas del siglo, como las matanzas derivadas de las conquistas coloniales, las teorias de la lucha por la vida que sustentaron o la "guerra total" de 1914, que inauguró el encuentro de los europeos con la muerte en masa.


Y ahí va la primera entrega:


Convención para la prevención y sanción del crimen de genocidio adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 9 de diciembre de 1948 (extractos)

Las partes contratantes,

Considerando que la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, por su resolución 96 (I) de fecha de 11 de diciembre de 1946, ha declarado que el genocidio es un crimen de Derecho de Gentes contrario al espíritu y a los fines de las Naciones Unidas y que el mundo civilizado condena.
Reconociendo que en todos los períodos de la historia el genocidio ha infligido grandes pérdidas a la humanidad,
Convencidas de que para liberar a la humanidad de una plaga tan odiosa es precisa la cooperación internacional, 
Convienen en lo siguiente:

Artículo I

Las partes contratantes confirman que el genocidio, ya sea cometido en tiempo de paz o en tiempo de guerra, es un delito de Derecho de Gentes, que se comprometen a prevenir y a sancionar.

Artículo II

En la presente Convención, se entiende por genocidio cualquiera de los actos mencionados a continuación, cometidos con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal:
a) Matanza de miembros del grupo;
b) Atentado grave contra la integridad física o mental de los miembros del grupo;
c) Sometimiento intencionado del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física total o parcial;
d) Medidas dirigidas a impedir los nacimientos en el seno del grupo;
e) Traslado forzoso de niños del grupo a otro grupo.

Artículo III

Serán castigados los actos siguientes:
a) El genocidio;
b) La asociación para cometer genocidio;
c) La instigación directa y pública a cometer genocidio;
d) La tentativa de genocidio;
e) La complicidad en el genocidio.

Artículo IV

Las personas que hayan cometido genocidio, o cualquiera de los otros actos enumerados en el artículo III, serán castigadas, ya se trate de gobernantes, funcionarios o particulares. [...]

Artículo VI

Las personas acusadas de genocidio, o de uno cualquiera de los actos enumerados en el artículo III, serán juzgadas por un tribunal competente del Estado en cuyo territorio se haya cometido el acto, o ante la corte penal internacional que sea competente respecto a aquellas de las partes contratantes que hayan reconocido su jurisdicción. [...]

Artículo VIII

Toda parte contratante puede recurrir a los órganos competentes de la Organización de las Naciones Unidas a fin de que éstos tomen, en conformidad con la Carta de las Naciones Unidas, las medidas que juzguen apropiadas para la prevención y la represión de actos de genocidio o de cualquiera de los otros actos enumerados en el artículo III. [...]

Fuente: Naciones Unidas, Recueil des Traités, 1951, p.279



La mayoría de los textos serán asimismo publicados en http://www.1y2gm.com/


Pronto más


Saludos