"La incomprensión del presente nace fatalmente de la ignorancia del pasado. Pero quizá sea
igualmente vano esforzarse por comprender el pasado, si no se sabe nada del presente" M. Bloch

lunes, 19 de diciembre de 2011

Un nuevo "Líder" para Corea del Norte

Kim Jong-Il, tras diecisiete años en el poder, ha fallecido. Lo anunciaba hace horas una presentadora norcoreana, entre lágrimas ensayadas. El sucesor más probable será su tercer hijo, Kim Jong-Un. ¿Seguirá el mismo camino totalitario de su padre, o tratará de forzar una apertura? La segunda opción no estaría exenta de enormes dificultades, con una población hiper-adoctrinada y un círculo militar nada proclive al entendimiento con el mortal enemigo exterior. El régimen cuenta con un enorme ejército y armamento nuclear: la mejor manera de disuadir intervenciones desde el exterior. Mientras tanto, buena parte de su población padece hambre o carece de acceso a los servicios básicos.

Dejo aquí unos cuantos enlaces que me parecen muy interesantes para comprender la situación de Corea del Norte.
-El artículo de Georgina Higueras para El País titulado "Alerta Roja": ver aquí
-El análisis siempre genial de Ramón Lobo, con mayor contenido visual: ver aquí
-El documental de la BBC "Corea del Norte, acceso al terror", que muestra la cara más siniestra del régimen, con campos de prisioneros de pesadilla, dignos de Mengele. Advierto que tiene un contenido de gran dureza.


Dejo aquí sólo la primera parte. Las restantes cinco son de fácil acceso desde el mismo Youtube.

Saludos

lunes, 28 de noviembre de 2011

Yo decidí lanzar la bomba atómica

Documento incluído en el artículo La guerra en el pacífico, trabajado por Gabriel Cardona y David Solar, en el nº 18 de la colección 'Historia Universal Siglo XX' de Historia16 (1983).
Las aclaraciones al texto del expresidente (ver asteriscos) son suyas, no mías, aunque las suscribo.

En Mr. Ciudadano, por Harry S. Truman

Antes de tomar la decisión final de emplear la bomba atómica, convoqué un comité de las más destacadas autoridades en el campo científico, educativo y político, para escuchar sus opiniones y consejos. Pregunté su opinión a los jefes de Estado Mayor y calculé el tiempo que podrían resistir los japoneses y cuántas vidas -amercianas y japonesas- costaría invadir la isla principal de Japón.
Antes había autorizado ya a los jefes de Estado Mayor a movilizar a más de un millón de soldados americanos para el ataque final a Japón. Muchas unidades americanas, procedentes de Estados Unidos y de Europa, estaban ya en ruta hacia la zona del Pacífico, dispuestas a la invasión.
En Potsdam, Stalin me había informado de que pasarían tres meses antes de que Rusia estuviera en condiciones de abrir un segundo frente contra Japón. Y durante la conferencia de Potsdam había consultado al primer ministro Churchill sobre el empleo de la bomba contra Japón, ya que Estados Unidos había colaborado con Gran Bretaña en el proyecto de la bomba. Churchill y sus jefes militares se mostraron partidarios de su empleo.

El 28 de julio, el primer ministro Suzuki declaró que Japón haría caso omiso de la declaración de Potsdam del 26 de julio. En aquella declaración habíamos ofrecido a Japón la alternativa entre la rendición, con la esperanza de un digno futuro, y la inevitable y completa destrucción *. Los señores de la guerra japoneses presentaron fanática resistencia. Y un millón y medio de soldados japoneses se hallaban en China continental dispuestos a acudir en defensa de Japón **. Era deber mío de presidente obligar a los guerreros japoneses a avenirse a razones, con la mayor rapidez y con la menor pérdida de vidas que fuera posible. Entonces tomé mi decisión. Una decisión que sólo a mí me incumbía.
Casi inmediatamente después de la segunda bomba atómica, los japoneses se rindieron. La más terrible guerra de toda la Historia, que arrastraba más de treinta millones de bajas, llegó así a su final.



* Truman, que escribía esto catorce años después de aquella tragedia, olvidaba o dulcificaba la situación. A Japón se le ofreció la rendición incondicional. El ultimátum decía: Exigimos del Gobierno japonés la rendición incondicional de todas sus fuerzas armadas y la seguridad de una absoluta buena fe en dicha acción. La alternativa será la completa y total destrucción del país.
Por otro lado, Washington estaba perfectamente informado desde comienzos de 1945 de que Tokio deseaba un acuerdo de paz. El acuerdo se habría conseguido en términos parecidos a los que, finalmente, se firmaron. Simplemente hubiera bastado eliminar el término incondicional.

** Recurrir a esta justificación es bastante absurdo. Por aquella época Estados Unidos dominaba completamente el mar y el aire y Japón carecía de Marina de guerra y de flota mercante: ¿cómo pensaba Truman que podrían llegar un millón y medio de soldados japoneses hasta el territorio metropolitano?

En mi opinión, el uso de la "nueva arma" (como la llamaron ante Stalin en Potsdam, si no me equivoco) de los Aliados tiene más razón de ser en otros dos aspectos, lejos de la clásica justificación de "acabar la guerra de manera rápida y evitando daños mayores". Se trataría de lanzar una clara advertencia a Stalin sobre la ventaja estratégica con que contarían los aliados occidentales ante una posible continuación de la guerra en Centrouropa u otros frentes, esta vez enfrentandose los antiguos aliados; y serviría a su vez para probar los efectos de la nueva bomba ante un objetivo real, una ciudad llena de población civil (hasta ahora sólo habían visto sus propiedades en zonas deshabitadas). De paso daban un golpe brutal a los japoneses, que se mostrarían más dispuestos a aceptar una rendición incondicional.

Saludos

miércoles, 16 de noviembre de 2011

"Algo va mal", un libro de Tony Judt

Con el título en catalán El món no se'n surt, y en el original I'll fares the land (algo así como "pondré precio a la tierra"), se trata de un aviso a las generaciones presentes y futuras donde el profesor Judt* analiza el pasado, presente y futuro de la democracia y el Estado de Bienestar, en un estilo claro, conciso, ameno y que no deja indiferente. Si no me equivoco, salió a la venta el año pasado, luego recoge la crisis en la que estamos inmersos.
Os dejo un extracto del libro que he elegido al azar**:

Así pues, ¿qué deberíamos haber aprendido de 1989? Quizá, sobre todo, que nada es necesario ni inevitable. El comunismo no tenía que ocurrir -y no había razón alguna para que durara para siempre-; pero tampoco había nada que nos garantizara que iba a caer. Los progresistas deben asumir la contingencia absoluta de la política: ni el auge de los Estados del bienestar ni su ulterior pérdida de favor han de considerarse un regalo de la Historia. El "momento" socialdemócrata -o su equivalente estadounidense desde el New Deal hasta la Gran Sociedad- fue producto de una combinación de circunstancias muy concretas que no es probable que se repitan. Lo mismo cabe decir del "momento" neoliberal que comenzó en la década de 1970 y que sólo ahora acaba de desacreditarse.
 Pero precísamente porque la historia no está predeterminada, los mortales debemos inventarla a medida que avanzamos -y en circunstancias que, como acertádamente señaló el viejo Marx, en buena medida nos vienen impuestas-. Tendremos que plantearnos de nuevo los eternos interrogantes, pero estar abiertos a respuestas diferentes. Hemos de averiguar qué aspectos del pasado deseamos conservar y qué los hizo posibles. ¿Qué circunstancias eran únicas?¿Qué circunstancias podríamos, con voluntad y esfuerzo, reproducir?
Si 1989 significó un redescubrimiento de la libertad, ¿qué límites estamos dispuestos a ponerle? Incluso en las sociedades más "amantes de la libertad" se le imponen restricciones. Pero si aceptamos algunas limitaciones -como hacemos siempre-, ¿por qué no otras? ¿Por qué estamos tan seguros de que cierta medida de planificación o la tributación progresiva o la propiedad colectiva de los bienes públicos son restricciones intolerables de la libertad, mientras que las cámaras de circuito cerrado, los rescates estatales de bancos de inversión "demasiado grandes para dejarlos caer", las escuchas telefónicas y las costosas guerras en otros países son cargas aceptables que la gente debe soportar?
 Quizá haya buenas respuestas a estas preguntas, pero si no las planteamos, ¿cómo las vamos a saber? Tenemos que redescubrir cómo hablamos sobre el cambio: cómo imaginar formas muy diferentes de organización, libres de la peligrosa salmodia de la "revolución". Debemos distinguir mejor que algunos de nuestros predecesores entre fines deseables y medios inaceptables. Como mínimo, deberíamos tener muy presente la advertencia de Keynes sobre esta cuestión: "No basta con que el estado de cosas que queremos promover sea mejor que el que le precedió; ha de mejorar lo suficiente como para que compense los males de la transición".
No obstante, tras reconocer y asumir todas esas consideraciones, debemos mirar hacia delante:  ¿qué queremos y por qué lo queremos? Como sugiere la actual ruina de la izquierda, las respuestas no son evidentes. Pero, ¿qué alternativa tenemos? No podemos dejar el pasado a nuestras espaldas y limitarnos a cruzar los dedos: sabemos por experiencia que la política, como la naturaleza, aborrece el vacío. Después de veinte años desperdiciados, ha llegado el momento de comenzar de nuevo. ¿Qué hacer?

http://www.projectals.org
Con el 89 se refiere a la fecha de la caída del comunismo, lo que muchos supusieron entonces "el fin de la historia". Ya sólo quedaba un sistema en el mundo, todo sería mejor a partir de entonces; al unísono avanzaríamos hacia la consecución de la paz y el bienestar mundial bajo el reinado del libre mercado.
Si os parece interesante, os informo de que el libro ya tiene una versión de bolsillo, más asequible.




*Recientemente fallecido (en agosto del 2010), Tony Judt fue un eminente historiador y escritor. Destaca su insuperable obra Postguerra: una historia de Europa desde 1945, con un análisis profundo pero ameno del continente durante todo el período de la Guerra Fría.
**Aquí bromeo: ni el azar es electivo, ni mi elección ha sido azarosa.


Saludos

Dijo Maynard Keynes...

... Creo que, con una gestión acertada, el capitalismo puede ser más eficaz para alcanzar metas económicas que cualquier otro sistema conocido. Pero en sí mismo tiene graves inconvenientes, en muchos sentidos. Nuestro problema es crear una organización social tan eficiente como sea posible sin ofender nuestras nociones de una forma de vida satisfactoria.

                                                        *                      *                        *

En vez de utilizar sus recursos técnicos y materiales, que habían experimentado un incremento extraordinario, para construir una ciudad maravillosa, los hombres del siglo XIX construyeron suburbios deprimentes [...] [que] según los criterios de la empresa privada eran "rentables", mientras que la ciudad maravillosa, pensaban, habría sido una extravagancia que, en la estúpida jerga de la moda financiera, habría "hipotecado el futuro"... La misma regla de cálculo económico autodestructivo gobierna todos los ámbitos de la vida. Destruímos la belleza del paisaje porque los esplendores de la naturaleza, de los que nadie se ha apropiado, carecen del valor económico. Seríamos capaces de apagar el sol y las estrellas porque no dan dividendos.

                                                        *                       *                         *

Una vez que nos permitimos desobedecer la prueba de los beneficios de un contable, hemos empezado a cambiar nuestra civilización.


artic.ac-besancon.fr
John Maynard Keynes (1883-1946), influyente economista británico contrario a la desregulación de los mercados.

Saludos

jueves, 27 de octubre de 2011

Misiones Pedagógicas en la II República

Documental sobre la enseñanza que las Misiones Pedagógicas impartieron, a través del método de la "cultura difusa" (proyección de películas, muestras de pintura, teatro, música y literatura, educación básica en aspectos sanitarios...), entre algunos de los pueblos más olvidados y paupérrimos de España, durante el período de la Segunda República.




Dura aproximadamente una hora e incluye subtítulos en inglés.

Para saber un poco más, os dejo el trabajo de wikipedia sobre el tema: http://es.wikipedia.org/wiki/Misiones_Pedag%C3%B3gicas ; un interesante y completo artículo; y el recuerdo de Miguel Hernández de una de estas misiones.

Pese a las limitaciones en tiempo y medios, llevaron a cabo una labor magnífica, acompañados de ese espíritu que enraiza directamente con la Institución Libre de Enseñanza y que, en no pequeña medida, deberíamos de recuperar para los tiempos actuales.

El meu agraïment a Ricard per passar-me el link del documental.

Saludos

lunes, 24 de octubre de 2011

Esquema: discurso y realidad


Este esquema lo realicé a partir de la explicación que nos dio el ponente de un curso sobre el África Subsahariana. Siento no recordar el nombre del (o la) ponente en cuestión; hace ya algo más de un año del curso... aunque sí que recuerdo que corría a cargo del Patronat Sud-Nord de la Universitat de València (http://www.uv.es/psudnord/).
Es maravilloso por su simplicidad:



Aunque no creo que necesite explicación alguna, la daré:

La realidad -de cualquier acontecimiento- es una, que a menudo no se corresponde con los discursos, y menos aún con los que se nos dan desde el poder; discursos que a su vez pretenden dar una justificación política a alguna acción, que normalmente no recibiría la adhesión mayoritaria de la ciudadanía de conocerse en sus verdaderos términos (de conocerse el fin que en realidad se busca con dicha acción). Por supuesto, la acción del hombre termina por configurar la realidad de éste, de manera que el discurso se torna real, en gran medida.
No fue el discurso un reflejo de la realidad, sino que la realidad se vió transformada por el discurso, o dicho de otro modo, el discurso puede crear realidades antes inexistentes (realidades convenientes a los grupos capaces de crear discursos), en la medida en que es capaz de convencer al hombre de su realidad.
Podríamos concluir en que la realidad, más que por lo real, está conformada por aquello que el ser humano cree real. Al fin y al cabo, el concepto de lo real es un concepto humano -made in human- que seguramente no existirá más allá de nuestra especie.

Disculpen la abstracción.

Saludos

domingo, 16 de octubre de 2011

15-O 2011, primera manifestación global de la historia

Lo decían ayer, tras la lectura del manifiesto frente al Ayuntamiento valenciano: "Estamos viviendo tiempos históricos. Acabáis de asistir a la primera manifestación global de la historia de la humanidad". Siguió la aclamación de veinte mil gargantas (miles arriba o abajo) que abarrotaban la plaza y aun se extendían por la avenida Marqués de Sotelo y la calle Xàtiva. 
Y es cierto. Se conseguirá hacer del mundo un lugar mejor a través de estas movilizaciones (si no se tuviese esta esperanza, no se saldría a la calle) o, tras el esfuerzo, todo seguirá igual en el fondo, pese al cambio de maquillajes (¡el Rey ha muerto, viva el Rey!), como ya ha sucedido otras veces. Pero contamos hoy con algunos factores que nunca antes se habían dado, y que hacen que el futuro de todo este acontecimiento sea difícil de sondear. En el 68, seguramente el hecho más cercano al que estamos viviendo -pese a las evidentes diferencias-, no contaban con Internet, ni con las redes sociales, ni con la globalización avanzada en la que hoy nos vemos inmersos. Tratar de profetizar o de convencer a los indignados de la inutilidad de sus acciones basándose en la experiencia es como hablar de herraduras a quien ya se desplaza a reacción.

Tal vez nos demos de narices contra el muro de lo real, tal vez estemos "malgastando" nuestra fuerza juvenil (será porque vemos cómo se esfuman los otros campos a los que podríamos dedicar nuestra energía y formación). Dejad pues que nos equivoquemos solos, aquellos que nos legáis un mundo hecho jirones, con el famoso porcentaje 1-99/99-1, el dominio de mercados y finanzas sobre la política*, la polarización de una sociedad cuya clase media va en declive, el calentamiento global, el fin del monopolio económico-militar por Occidente, el choque de civilizaciones que de discursivo habéis ido convirtiendo en real, y que sólo podremos atajar gracias a la globalización bien entendida, como ayer la entendimos...

... Con marchas por todo el mundo. Sur y Centroamérica; Norteamérica y Wall Street; Europa en Bruselas, Berlín, Frankfurt, Londres, Madrid, Barcelona, Sevilla, París, Atenas, Roma (con sus lamentables enfrentamientos que nada aportan y sólo consiguen obstaculizar el camino); África en Marrakech, o Kenia; Sidney... por citar las más nombradas. Cifras que corren desde los pocos centenares (Tokio) a los centenares de miles (Roma, Barcelona, Madrid, según las cuentas más optimistas). Nunca antes había sucedido nada similar. Y no será más que la primera de muchas, dadas las facilidades que otorga la World Wide Web. El 15 de octubre de 2011 queda como fecha histórica, la primera manifestación mundial, como si alguna magia chamánica nos hubiese convocado a miles en las calles. Me gustó el lema "Cuando los de abajo se mueven, los de arriba se caen". Puede que nos cueste de creer, el ser humano es así: se acostumbra a su realidad, que le parece invariable, inalterable e inmortal, in saecula saeculorum. Pues resulta que no. La historia la hacemos entre todos, no la hacen las estrellas. Y así podemos decir, con Murrow y Cassius (en Julio César, de Shakespeare): The fault, dear Brutus, is not in our stars... but in ourselves**.
Los que ahora nos ilusionamos con estas marchas globales podremos sentir, si algún día nos toca vivir en un mundo peor que el de nuestros padres, que al menos intentamos ser dueños de nuestro destino (sin entregárselo a las estrellas) y, que si fracasamos, no lo hicimos de rodillas.

Niña en Köln (Alemania) / REUTERS-Lukas Coch


*Política, entendida especialmente como el vínculo entre las voluntades de una sociedad y el Estado que permite hacerlas realidad. El Estado no es nada en sí mismo, es la sociedad la que lo suscita y lo nutre. Estamos perdiendo nuestro Estado, la política vincular se esfuma ante nuestros ojos. (Mayo del 68. Por la subversión permanente. André y Raphaël GLUCKSMANN)
** La culpa, querido Bruto, no está en nuestras estrellas... sino en nosotros mismos.

Saludos

sábado, 1 de octubre de 2011

Reflexionando con Baroja

Lo que hace a la sociedad malvada es el egoismo del hombre, y el egoismo es un hecho natural, es una necesidad de la vida. ¿Es que supones que el hombre de hoy es menos egoísta y cruel que el de ayer? Pues te engañas. ¡Si nos dejaran!
(...)
Para llegar a dar a los hombres una regla común, una disciplina, una organización, se necesita una fe, una ilusión, algo que aunque sea una mentira salida de nosotros mismos parezca una verdad llegada de fuera.
(...)
A una colectividad no se le moverá jamás diciéndole: Puede haber una forma social mejor. Es como si a una mujer se le dijera: Si nos unimos, quizá vivamos de una manera soportable. No, a la mujer y a la colectividad hay que prometerles el paraíso(...) En todas partes y en todas épocas los conductores de hombres son prometedores de paraísos.

Palabras del personaje Iturrioz, en "El árbol de la ciencia", de Pío Baroja, 1911.

http://www.smbarcelo.es
Saludos

lunes, 26 de septiembre de 2011

Carta de Max Planck a Heisenberg, sobre Hitler

La persecución que el régimen nazi ejerció sobre numerosos intelectuales -y especialmente hacia los judíos- es bastante conocida y no será tratada por nosotros en esta entrada. Sencillamente, traemos al Blog un pequeño intercambio epistolar que en esa coyuntura tuvo lugar entre los dos famosos físicos Max Planck y Werner Heisenberg, ambos galardonados con el Premio Nobel de Física (en 1918 y 1932, respectivamente).

Dice Heisenberg:

A principios del semestre de verano de 1933, cuando volví a mi Instituto de Leipzig, ya estaba en plena marcha el proceso de destrucción. Varios de los más aplicados alumnos de mi seminario habían abandonado Alemania y otros se disponían a huir (...), y entonces tuve yo que preguntarme si mi permanencia en Alemania podía tener todavía algún sentido. De esta época de torturante cavilar sobre lo que era o no oportuno hacer, se me han quedado grabadas dos conversaciones que después me han servido de mucho...

La segunda de estas conversaciones fue la que mantuvo con el veterano Planck, quien le contesta:

Me temo no poder darle ya ningún consejo. No tengo ya esperanza alguna de que pueda detenerse la catástrofe de Alemania, y con ella la de las universidades alemanas. Antes de que usted me refiera las ruinas de Leipzig, que seguramente son iguales a las de Berlín, deseo informarle primero sobre una conversación que mantuve hace unos días con Hitler.


Max Planck
(http://www.aip.org)


Había confiado yo en que podría ponerle en claro los enormes daños que a las universidades alemanas, y en particular a la investigación científica en nuestro país, podría causar la expulsión de los colegas judíos [bien conocido es el caso de Albert Einstein, quien partió a finales del 32 hacia EE.UU]; que tal manera de proceder no tendría sentido y sería profundamente inmoral, ya que la mayor parte de ellos son ciertamente hombres que se sienten totalmente alemanes y que en la última guerra [la Primera Guerra Mundial] expusieron, como todos, su vida por Alemania. Pero no he encontrado comprensión alguna por parte de Hitler, o, lo que es peor, no hay lenguaje con el que pueda uno entenderse con semejante hombre.

Hitler ha perdido, a mi parecer, todo contacto real con el mundo exterior. Lo que otro le dice, lo recibe, en el mejor de los casos, como un estorbo molesto, que inmediatamente domina con su voz, declamando machaconamente las mismas frases sobre la decadencia espiritual de los últimos catorce años, sobre la necesidad de poner dique a este desmoronamiento en el último minuto, etcétera.
Con esto se tiene la impresión fatal de que está convencido personalmente de semejante locura, y se le procura a su alrededor la posibilidad de esta fe mediante la exclusión violenta de todas las influencias externas; al estar poseído por un cuadro de ideas fijas, se hace inasequible a toda propuesta razonable y llevará a Alemania a una espantosa catástrofe.

Planck aconseja a Heisenberg que permanezca en su puesto, ya que de sus dimisiones sólo quedaría la ignorancia, el silencio o la burla. Como vemos, no iba muy desencaminado en sus augurios:

Usted sabe que no es posible influir en el curso del alud cuando éste se ha puesto en movimiento. Los destrozos que causará, las vidas humanas que aniquilará, son hechos que están determinados y decididos por las leyes de la naturaleza, aunque no los conozcamos de antemano.
En realidad, tampoco Hitler puede decidir el curso de los acontecimientos, porque él es, en gran medida, más un ser arrastrado por su locura que un impulsor. No puede saber si las fuerzas que ha desencadenado lo engrandecerán definitivamente o le aniquilarán miserablemente.

Interesante, ¿verdad?, el análisis que de Hitler hace el fundador de la teoría cuántica.
Heisenberg, por su parte, está relacionado con el proyecto de bomba atómica de los nazis durante la Segunda Guerra Mudial. Si queréis saber algo más sobre ésto, podéis empezar pinchando en su nombre (la primera vez que aparece en el texto de la entrada) para leer su biografía en Wikipedia*.

 Los textos han sido extraídos del nº19 de la colección 'Siglo XX. Historia Universal', de Historia16: "La paz virtual. Planes para después de una guerra". En concreto del artículo "A la caza del cerebro", de J. L. Peset y M. A. Sellés.

* Para no variar, los que dominen la lengua inglesa obtendrán más información dirigiéndose directamente a la versión anglosajona de la biografía, y en concreto al apartado World War Two y posteriores: http://en.wikipedia.org/wiki/Werner_Heisenberg#World_War_II

Saludos

lunes, 19 de septiembre de 2011

'Inside Job' (Dinero Sucio)

from wikipedia


Comparto con vosotros este premiado documental de 2010, dirigido por Charles H. Ferguson. Trata sobre la crisis financiera de 2008, cómo se originó y a quiénes se podría señalar como culpables. Nos lo recomendaron en el curso del que hablé dos entradas atrás. Tenéis más información sobre el documental aquí
  Siento que los subtítulos tengan algunos errores de traducción (si fueran míos, seguramente tendrían más), pero nada extremadamente grave. Como curiosidad, os interesará saber que la voz del narrador corresponde al conocido actor Matt Damon (el perseguido agente Jason Bourne).

Tomen asiento, pónganse cómodos: el documental se acerca a las dos horas de duración, y requiere grandes dosis de atención.



Inside Job / Trabajo confidencial o Dinero Sucio from Pseudociencia Monetaria on Vimeo.


Saludos

sábado, 10 de septiembre de 2011

Carta de un jefe azteca a los gobiernos de Europa

En realidad se trata de un extracto pero, antes, hablemos un poco sobre la deuda externa, sobre lo que significa. El material lo he extraído de una pequeña publicación que Pobreza Cero (http://www.pobrezacero.org/) pone gratuitamente en manos de quien esté interesado (lo tenéis para descargar aquí, al menos por ahora, en la esquina inferior derecha). Pues bien...

Deuda externa, ¿pero quién es el deudor?

La cantidad de dinero que desde los países empobrecidos sale para las arcas de los países ricos en concepto de pago del servicio de la deuda externa, limita sus posibilidades de desarrollo, impidiendo que esas cantidades se inviertan en recursos para acabar con la pobreza en que vive su población.
Según Naciones Unidas, haría falta sólo 1/4 parte de lo que se paga en servicio de deuda para garantizar acceso a la educación básica, a una infraestructura sanitaria, a una alimentación adecuada y agua potable a todos los seres humanos.
¿Sabías que en 2003 los países del Sur transfirieron al Norte más de 374.720 millones de dólares, cifra que supone más de 5 veces  lo que los países del Norte les transfirieron en concepto de Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD)?
El servicio de la deuda absorbe, como promedio, en torno al 4.8% del PNB de los países en desarrollo: una cuota que es superior al gasto público en educación (3.6%) o al gasto público en salud (2%) que estos mismos países realizan como media.
¿Sabías que en Malawi uno de cada cinco habitantes tiene SIDA? Malawi gasta más en el pago del servicio de la deuda que en sanidad.

¿De qué deuda estamos hablando?
Te sorprenderá saber que en el cómputo de deuda se incluye la deuda ilegítima, es decir, aquélla que se otorgó a países con regímenes dictatoriales cuya población, además de tener que sufrir las terribles represiones que protagonizaron sus mandatarios sobre ellos, nunca se han beneficiado de esos créditos.
Entre 1976 y 1983, el período que va desde el principio de la dictadura militar hasta la guerra de las Malvinas, la deuda argentina se incrementó de 7.500 millones de dólares a 43.500 millones y este dinero debe ser devuelto por la población a fuerza de ver recortados sus derechos sociales hasta extremos de absoluta pobreza.

Somos deudores de los países en desarrollo...
...por el expolio histórico y presente de sus recursos naturales, 
...por la apropiación intelectual de los conocimientos ancestrales, 
...por el uso y degradación de sus tierras, agua y aire para proyectos de exportación que amenazan su derecho a la alimentación y soberanía alimentaria,
...por la libre utilización del espacio ambiental global para depositar nuestros residuos,
...y por nuestra responsabilidad en el cambio climático, del que probablemente serán los primeros afectados.

Y ahora sí, el extracto de la carta de un jefe azteca a los gobiernos de Europa

"Aquí pues yo, Guaicaipuro Cuautémoc, descendiente de los que poblaron la América hace cuarenta mil años, he venido a encontrar a los que se la encontraron hace quinientos años.
El hermano usurero europeo me pide pago de una deuda contraída por judas a quienes nunca autoricé a venderme. El hermano leguleyo europeo me explica que toda deuda se paga con intereses, aunque sea vendiendo seres humanos y países enteros sin pedirles consentimiento. También yo puedo reclamar pagos. También puedo reclamar intereses...
Consta en el Archivo de Indias. Papel sobre papel, recibo sobre recibo, firma sobre firma, que solamente entre el año 1503 y 1660 llegaron a Sanlúcar de Barrameda 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata provenientes de América. Esos 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata deben ser considerados como el primero de varios préstamos amigables de América para el desarrollo de Europa.
Nos limitaremos a exigir la devolución de los metales preciosos adelantados, más el módico interés fijo de un 10 por ciento anual acumulado durante los últimos 300 años. Sobre esta base, aplicando la europea fórmula del interés compuesto, informamos a los descubridores que sólo nos deben, como primer pago de su deuda, una masa de 185.000 kilos de oro y 16 millones de kilos de plata, ambas elevadas a la potencia de trescientos. Es decir, un número para cuya expresión total serían necesarias más de trescientas cifras, y que supera ampliamente el peso de la tierra."

http://www.mujeres.co.cu

Saludos

lunes, 5 de septiembre de 2011

Sobre las causas del hambre

Estaré asistiendo durante esta semana a un curso sobre Los Objetivos de Desarrollo del Milenio (puede que cuelgue aquí un trabajo que realicé sobre el asunto a principios del curso pasado, para más información) y Pobreza Cero: una respuesta de la ciudadanía, la mar de interesante, así que no os extrañe si, como ahora, comparto con vosotros algo de lo que vemos ahí, lo mejor o lo más destacable, como no, que todo no se puede. Hoy, un par de artículos esclarecedores, y un corto documental sobre la llamada "Vía Campesina".
Sin más dilación:

El reto de alimentar al planeta
Ángela Hilmi
(investigadora de la Universitat Politècnica de València)

La hambruna es uno de los temas más candentes del mundo. Cada día, 16.000 niños mueren de enfermedades relacionadas con el hambre. Según las últimas cifras de la FAO, más de 1.000 millones de personas padecen hambre, más que nunca en la historia humana. Sumándole a esto el hecho que, según la Naciones Unidas, de 6.900 millones en 2010, la población llegará a 9.000 millones de personas en 2050, se plantea la cuestión de saber si será posible satisfacer el derecho básico a la alimentación para todos.
La declaración de la Cumbre Mundial sobre Seguridad Alimentaria celebrada en la FAO en noviembre de 2009, anunció que "para alimentar a la población mundial, que se espera supere 9.000 millones en 2050, se estima que la producción agrícola tendrá que aumentar en un 70% entre ahora y entonces".
Esta cifra del 70% es ahora el dato comúnmente usado cuando se trata de estimar cuánto debe aumentar la cantidad de producción de alimentos en los próximos 40 años. Esta cifra está basada en un aumento de 32% de aumento de la población mundial y en llegar a un consumo medio de 3.130 kilocalorías por persona por día en 2050. Estas cifras, sin embargo se tienen que matizar con las siguientes consideraciones:
En primer lugar, no hay una relación directa entre la cantidad de alimentos producidos y el número de personas que sufren de hambre a nivel global. La producción mundial actual de alimentos es suficiente para proporcionar a cada persona del planeta una dieta adecuada. Sin embargo, no existe una relación automática entre una mayor disponibilidad de alimentos y la reducción de la hambruna. Entre 2007-2009, el número de personas que padecen hambre aumentó alrededor de 150 millones, un aumento espectacular, no vinculado a ninguna disminución en la producción de alimentos, sino a un fuerte aumento en los precios de los alimentos, causado sobre todo por el aumento en los precios del petróleo, la especulación y la competencia entre los cultivos alimentarios y los de combustible.
Por otra parte, las proyecciones consideran principalmente el aumento del consumo de calorías, incluyendo aumento en el consumo de carne. El consumo de carne en EE UU es aproximadamente 120 kilos al año por persona, mientras que el promedio mundial es de 43 kilos, y en la India es de 5 kilos. Gran parte de la producción de carne en EE UU depende del grano que alimenta a los animales. De esa manera el consumo de granos en EE UU es de 800 kilos por persona al año, mientras que en la India, es de 200 kilos. Esto significa que la producción de granos actual proporciona suficiente para 2.500 millones de personas con una dieta de EE UU, pero a 10.000 millones de personas con una dieta de India.
A estas consideraciones se debe añadir el hecho que las pérdidas pos-cosecha en los países en vía de desarrollo pueden alcanzar el 50% de lo que se produce y que los países industrializados desperdician enormes cantidades de alimentos que alcanzan en ciertos países el 40%.
¿Cuánta comida más será necesaria para poder alimentar a la población de 2050? La respuesta depende, entre otros, de los factores mencionados aquí. Con hábitos y sistemas más sostenibles de consumo y producción de alimentos, un aumento de 20-50% podría ser suficiente. Lo fundamental es entender que no es sólo un aumento de la producción el que reduce el hambre, y que hoy no es la agricultura industrial a gran escala, la que alimenta el planeta, sino la de los pequeños productores que producen hoy en día, según el grupo ETC (Action Group on Erosion, Technology and Concentration) con sede en Otawa, más del 70% de los alimentos consumidos a nivel mundial.
Paradójicamente, justamente estos pequeños agricultores y sus familias representan la mitad de los más de 1.000 millones de personas que padecen hambre. Darles una oportunidad de aumentar su propia producción para obtener suficientes alimentos saludables para ellos mismos se convertiría en el plan de reducción de la hambruna más exitoso en la historia humana.
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En Cinco Días el 20-XII-2010 (http://www.cincodias.com)

Josetxo Ezcurra

Los porqués del hambre
Esther Vivas (del Centro de Estudios sobre Movimientos Sociales de la Universitat Pompeu Fabra. http://esthervivas.wordpress.com)

Vivimos en un mundo de abundancia. Hoy se produce comida para 12.000 millones de personas, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), cuando en el planeta habitan 7.000. Comida, hay. Entonces, ¿por qué una de cada siete personas en el mundo pasa hambre?
La emergencia alimentaria que afecta a más de 10 millones de personas en el Cuerno de África ha vuelto a poner de actualidad la fatalidad de una catástrofe que no tiene nada de natural. Sequías, inundaciones, conflictos bélicos… contribuyen a agudizar una situación de extrema vulnerabilidad alimentaria, pero no son los únicos factores que la explican.
La situación de hambruna en el Cuerno de África no es novedad. Somalia vive una situación de inseguridad alimentaria desde hace 20 años. Y, periódicamente, los medios de comunicación remueven nuestros confortables sofás y nos recuerdan el impacto dramático del hambre en el mundo. En 1984, casi un millón de personas muertas en Etiopía; en 1992, 300.000 somalíes fallecieron a causa del hambre; en 2005, casi cinco millones de personas al borde de la muerte en Malaui, por solo citar algunos casos.
El hambre no es una fatalidad inevitable que afecta a determinados países. Las causas del hambre son políticas. ¿Quiénes controlan los recursos naturales (tierra, agua, semillas) que permiten la producción de comida? ¿A quiénes benefician las políticas agrícolas y alimentarias? Hoy, los alimentos se han convertido en una mercancía y su función principal, alimentarnos, ha quedado en un segundo plano.
Se señala a la sequía, con la consiguiente pérdida de cosechas y ganado, como uno de los principales desencadenantes de la hambruna en el Cuerno de África, pero ¿cómo se explica que países como Estados Unidos o Australia, que sufren periódicamente sequías severas, no padezcan hambrunas extremas? Evidentemente, los fenómenos meteorológicos pueden agravar los problemas alimentarios, pero no bastan para explicar las causas del hambre. En lo que respecta a la producción de alimentos, el control de los recursos naturales es clave para entender quién y para qué se produce.
En muchos países del Cuerno de África, el acceso a la tierra es un bien escaso. La compra masiva de suelo fértil por parte de inversores extranjeros (agroindustria, Gobiernos, fondos especulativos…) ha provocado la expulsión de miles de campesinos de sus tierras, disminuyendo la capacidad de estos países para autoabastecerse. Así, mientras el Programa Mundial de Alimentos intenta dar de comer a millones de refugiados en Sudán, se da la paradoja de que Gobiernos extranjeros (Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Corea…) les compran tierras para producir y exportar alimentos para sus poblaciones.
Asimismo, hay que recordar que Somalia, a pesar de las sequías recurrentes, fue un país autosuficiente en la producción de alimentos hasta finales de los años setenta. Su soberanía alimentaria fue arrebatada en décadas posteriores. A partir de los años ochenta, las políticas impuestas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial para que el país pagara su deuda con el Club de París, forzaron la aplicación de un conjunto de medidas de ajuste. En lo que se refiere a la agricultura, estas implicaron una política de liberalización comercial y apertura de sus mercados, permitiendo la entrada masiva de productos subvencionados, como el arroz y el trigo, de multinacionales agroindustriales norteamericanas y europeas, quienes empezaron a vender sus productos por debajo de su precio de coste y haciendo la competencia desleal a los productores autóctonos. Las devaluaciones periódicas de la moneda somalí generaron también el alza del precio de los insumos y el fomento de una política de monocultivos para la exportación forzó, paulatinamente, al abandono del campo. Historias parecidas se dieron no solo en países de África, sino también en América Latina y Asia.
La subida del precio de cereales básicos es otro de los elementos señalados como detonante de las hambrunas en el Cuerno de África. En Somalia, el precio del maíz y el sorgo rojo aumentó un 106% y un 180% respectivamente en tan solo un año. En Etiopía, el coste del trigo subió un 85% con relación al año anterior. Y en Kenia, el maíz alcanzó un valor 55% superior al de 2010. Un alza que ha convertido a estos alimentos en inaccesibles. Pero, ¿cuáles son las razones de la escalada de los precios? Varios indicios apuntan a la especulación financiera con las materias primas alimentarias como una de las causas principales.
El precio de los alimentos se determina en las Bolsas de valores, la más importante de las cuales, a nivel mundial, es la de Chicago, mientras que en Europa los alimentos se comercializan en las Bolsas de futuros de Londres, París, Ámsterdam y Frankfurt. Pero, hoy día, la mayor parte de la compra y venta de estas mercancías no corresponde a intercambios comerciales reales. Se calcula que, en palabras de Mike Masters, del hedge fund Masters Capital Management, un 75% de la inversión financiera en el sector agrícola es de carácter especulativo. Se compran y venden materias primas con el objetivo de especular y hacer negocio, repercutiendo finalmente en un aumento del precio de la comida en el consumidor final. Los mismos bancos, fondos de alto riesgo, compañías de seguros, que causaron la crisis de las hipotecas subprime, son quienes hoy especulan con la comida, aprovechándose de unos mercados globales profundamente desregularizados y altamente rentables.
La crisis alimentaria a escala global y la hambruna en el Cuerno de África en particular son resultado de la globalización alimentaria al servicio de los intereses privados. La cadena de producción, distribución y consumo de alimentos está en manos de unas pocas multinacionales que anteponen sus intereses particulares a las necesidades colectivas y que a lo largo de las últimas décadas han erosionado, con el apoyo de las instituciones financieras internacionales, la capacidad de los Estados del sur para decidir sobre sus políticas agrícolas y alimentarias.
Volviendo al principio, ¿por qué hay hambre en un mundo de abundancia? La producción de alimentos se ha multiplicado por tres desde los años sesenta, mientras que la población mundial tan solo se ha duplicado desde entonces. No nos enfrentamos a un problema de producción de comida, sino a un problema de acceso. Como señalaba el relator de la ONU para el derecho a la alimentación, Olivier de Schutter, en una entrevista a EL PAÍS: “El hambre es un problema político. Es una cuestión de justicia social y políticas de redistribución”.
Si queremos acabar con el hambre en el mundo es urgente apostar por otras políticas agrícolas y alimentarias que coloquen en su centro a las personas, a sus necesidades, a aquellos que trabajan la tierra y al ecosistema. Apostar por lo que el movimiento internacional de La Vía Campesina llama la “soberanía alimentaria”, y recuperar la capacidad de decidir sobre aquello que comemos. Tomando prestado uno de los lemas más conocidos del Movimiento 15-M, es necesaria una “democracia real, ya” en la agricultura y la alimentación.
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 Publicado en El País el 30-VII-2011

Y el pequeño documental sobre la soberanía alimentaria y el movimiento de La Vía Campesina

La Via Campesina en movimiento... ¡ Por la soberanía alimentaria ! from La Via Campesina on Vimeo.


"No hay países pobres, sino empobrecidos"

Los subrayados de los textos son míos.
Mi agradecimiento a los ponentes de hoy: 
·Pedro Sánchez [miembro de Pobreza Cero y ATTAC]
·Estela Vázquez [Plataforma SobAl (Soberanía Alimentaria)]

Saludos

miércoles, 3 de agosto de 2011

Marc Bloch y el sistema educativo (II)

Viene de aquí.

He dicho que no podía presentar aquí un programa detallado de reforma, su elaboración sería muy delicada. Se imponen algunas sentencias de muerte. ¿Quién cree aún en el examen final de bachiller, en su capacidad de selección, en la eficacia intelectual de esta compresión didáctica aleatoria? Naturalmente, subsistirán varios procedimientos de selección, pues seguirán siendo necesarios; pero deberán concebirse de una manera más racional y en un número suficientemente restringido para que la vida del escolar o del estudiante deje de verse confinada a una repetición obsesiva de pruebas. De momento, me contentaré con una sugerencia muy sencilla y de aplicación muy fácil desde un principio.
Como todos mis colegas, he corregido exámenes e interrogado a candidatos. Como todos, reconozco que puedo cometer errores. Sin embargo, ¿he llegado a confundir una prueba excelente con otra muy deficiente, o incluso con una de nivel medio? Creo que raramente me ha ocurrido. Pero, cuando veo que un examinador decide que tal o cual examen de historia, por ejemplo, de filosofía, o incluso de matemáticas, merece un 13.25, y aquel de más allá un 13.5, sobre un total de 20 puntos, no puedo -con al debida consideración- evitar pensar que se trata de una broma pesada. ¿Qué bascula de precisión tiene ese hombre que le permita medir con una aproximación del 1,2 por 100 el valor de un examen de historia o un razonamiento matemático? Solicitamos encarecidamente que -a imagen y semejanza de varios países extranjeros- la escala de las notas sea reducida imperiosa y uniformemente a cinco grandes categorías: 1 o "muy deficiente", 2 o "deficiente", 3 que será "pasable", 4, equivalente a "bien", y 5, que querrá decir "muy bien" (y no "perfecto", una palabra vedada a la imperfección humana). Al menos, siempre que las notas ex aequo no presenten inconvenientes. Deberá encargarse a un matemático que estudie el problema de los concursos para plazas limitadas. Pero, también en este caso, se deben poder eludir refinamientos demasiado exagerados, cuya absurdidad no advertimos debido a que nos hemos acostumbrado con el tiempo a ellos. Cualquier cosa será mejor que una tontería inicial que degenera en injusticia.

Pero, por su parte, el abuso de exámenes quizá no sea sino uno de los síntomas de deformaciones más profundas. Una vez más, hablaré poco de la escuela primaria. En la medida en que la conozco -debo admitir que estoy menos familiarizado con ella que con el liceo y la universidad-, no se libra de defectos. Sin embargo, me parece mucho menos mal adaptada a sus fines que los centros de los dos otros niveles. Los errores de la enseñanza secundaria y superior son patentes. Pueden exponerse brevemente como sigue.

La enseñanza superior ha sido devorada por las escuelas superiores de inspiración napoleónica. Ni siquiera las facultades merecen más nombre que el que tienen. ¿Qué es la Facultad de Letras, ante todo, sino una fábrica de profesores, como la Politécnica una fábrica de ingenieros o artilleros? Cuestión de la que se deducen dos consecuencias igualmente deplorables. La primera es que preparamos mal a la investigación científica y que, por ello, nuestra investigación está feneciendo. Pregúntenle a un médico al respecto, por ejemplo, o a un historiador; si son sinceros, sus respuestas no diferirán apenas. Es uno de los factores, por cierto, que más ha perjudicado a nuestro prestigio internacional: en muchos campos, los estudiantes extranjeros han dejado de venir a visitarnos porque nuestras universidades ya no les preparan más que a pasar unos exámenes profesionales que para ellos carecen de interés. Por otra parte, al especializarlos demasiado pronto, no damos a nuestros grupos dirigentes la cultura general de alto nivel sin la cual cualquier hombre de acción no pasará nunca de contramaestre. Formamos a jefes de empresa que, pese a ser buenos técnicos -estoy dispuesto a admitirlo-, no conocen realmente los problemas humanos; a políticos que ignoran el mundo; a administradores que aborrecen las novedades. A nadie le inculcamos el espíritu crítico que sólo podría imbuirse  en las mentes a través de la contemplación y el recurso a la investigación sin trabas (pues en este punto convergen las dos consecuencias señaladas más arriba). Por último, creamos deliberadamente pequeñas sociedades cerradas, en las que se potencia el sentido de corporación, que no alienta ni la generosidad de espíritu ni la conciencia de ciudadano.
¿El remedio? Una vez más, debemos renunciar a entrar en detalles en este primer esbozo. Digamos únicamente, en dos palabras, que pedimos la reconstitución de unas verdaderas universidades, de ahora en adelante divididas no en rígidas facultades que se consideran a sí mismas patrias estancas, sino en agrupaciones versátiles de disciplinas; y, después, simultáneamente a esta gran reforma, la abolición de las escuelas especiales. Su lugar lo ocuparían algunos institutos de orientación técnica, en los que se impartiría la última fase de una formación que preparara a ciertas carreras: después, sin embargo, sería obligado el paso a las universidades. Para acabar la formación específica de determinada categoría de ingenieros, la escuela de puentes y caminos, por ejemplo, es indispensable; en cambio, nada justifica que la formación científica general, una prerrogativa de la universidad, se imparta en una escuela separada del resto por tabiques estancos, como la Politécnica.

Dos ejemplos tomados de manera imparcial en dos momentos radicalmente opuestos de nuestra historia política, permitirán sin duda comprender, mejor que largas disertaciones, la rutina con la que queremos acabar y la nueva orientación que deseamos adoptar.
Antaño vimos como el Frente Popular se propuso acabar con el cuasi monopolio de la Escuela de Ciencias Políticas, auténtico invernadero de la administración superior. Políticamente, se trataba de una idea sana. Un régimen siempre tiene derecho a no reclutar a sus servidores en un medio cuyas tradiciones le son casi unánimamente hostiles. Pero ¿qué se les ocurrió a los hombres a la sazón en el gobierno? Habrían podido optar por instaurar un gran concurso de acceso a la administración civil, análogo al admirable examen del Civil Service británico y, como él, común a todas las ramas de la administración, basado ante todo en pruebas de cultura general, y que da gran cabida, gracias a la posibilidad de combinar libremente las opciones, a los intereses y curiosidades de los alumnos; como él, por último, preparado en universidades de espíritu más abierto. Prefirieron esbozar la creación de una nueva escuela especial: una nueva Escuela de Ciencias Políticas, aún más restrictiva que su rival...
El régimen de Vichy ha suprimido las Escuelas normales. Se trata sin duda alguna de una medida fundamentalmente política. Nadie podría llamarse a engaño ante los absurdos agravios que utilizó como coartada. Las Escuelas normales daban a los institutores, y volverán a darles de nuevo, una instrucción general y una formación técnica igualmente sólidas. Sin embargo, hay que convenir en que, al salir de estos centros, forzosamente un tanto replegados sobre sí mismos y con unos programas necesariamente rígidos, a las mentes jóvenes no les resultaría inútil recuperar el contacto con medios estudiantiles más heterogéneos, así como con formas de educación más críticas y versátiles. Sustituir la Escuela normal por una estancia en los liceos, como quiso Vichy, es un contrasentido. Los futuros maestros aprenden en ellos menos de lo que se les enseñaba mejor en la antigua Escuela. Pero no vería ningún inconveniente, por mi parte, en que, una vez reinstauradas las Escuelas normales, concluyeran su ciclo de estudios con un año de trabajo muy libre en las universidades.

Hace varias décadas que se estructura y reestructura sin cesar la enseñanza secundaria. Sin duda, las incoherencias grotescas de los tres últimos años no revelan más que la incapacidad profunda del régimen para crear o coordinar nada. Pero el desequilibrio se remonta más atrás. Responde a causas profundas. El antiguo sistema humanista ha pasado a mejor vida. No ha sido sustituido. Lo que ha provocado un profundo malestar, que se trasluce de muchas maneras. Siempre ha habido malos alumnos que, más adelante, se convertían en hombres instruídos y cultos. No creo equivocarme al afirmar que este caso, en nuestros días, ha dejado en absoluto de ser excepcional. A la inversa, muchos alumnos supuestamente buenos no volverán a abrir un libro una vez acabados los estudios. A decir verdad, ¿abrieron realmente en clase los libros por más páginas que las de los "pasajes escogidos"? Al mismo tiempo, la falta de afecto que sienten los jóvenes por la enseñanza es innegable. Soy bastante viejo para recordarlo: hace unos cuarenta años se iba al liceo con más alegría; se salía de él menos gustosamente. El éxito del movimiento de los "boy-scouts" se explica por muchas razones. Entre ellas figura en primera línea, que nadie lo dude, el fracaso de la educación oficial. En su panda o patrulla, el niño encuentra lo que cada vez le aporta menos el liceo o el colegio: un mayor espíritu de equipo, unos jefes más próximos a él, unos "centros de interés" más adaptados para seducir y fijar la espontaneidad de una inteligencia fresca.
En lugar de profundizar en estas críticas, quizás valga más exponer someramente cuáles son nuestros deseos.

Queremos una enseñanza secundaria sumamente abierta. Su función consiste en formar élites sin atenerse a criterios de origen o de fortuna. De modo que, desde el momento en que debe dejar de ser (o de reconvertirse en) una educación clasista, se impondrá una selección. Probablemente siga siendo necesario un examen de entrada, que deberá ser muy sencillo y adaptado a la ingancia: una prueba de inteligencia más que de conocimientos... o de capacidad de imitación como la de los loros. Subsistirán los exámenes para pasar de nivel. Pero no de un año a otro. Pretender juzgar a un niño o a un adolescente en función del trabajo de una decena de meses es conocer mal la psicología del crecimiento; mejor dicho, es negar la filosofía del crecimiento. ¡Cuánto puede variar el desarrollo de un niño de un mes a otro!
Queremos una disciplina más acogedora en clases menos numerosas; una disciplina ejercida por maestros y administradores a los que se les habrá enseñado al menos los rudimentos de esta psicofisiología cuya existencia acabo de recordar; que los institutores la aprendan; que los profesores de enseñanza secundaria dejen de tener derecho, como ocurre hoy (¡y no siempre se privan de ejercerlo!), a ignorarla de forma radical. En lugar de tratar de plegar al niño a un régimen implacablemente uniforme, se procurará cultivar sus aficiones, e incluso sus "chifladuras". La idea de "ocio dirigido" que se arrogó Vichy con el nombre de educación general, deformándola, podía haber resultado muy fecunda. Convendrá retomarla con la ayuda de un personal joven. La educación física ocupará un lugar destacado. Ajena a cualquier exceso ridículo, a cualquier admiración beata o malsana por un atletismo de élite, será ni más ni menos lo que debe ser: un medio de fortalecer el cuerpo y, por ende, la mente; una invocación del espíritu de equipo y la lealtad.
Solicitamos una gran libertad para combinar las materias en la enseñanza: una libertad que será tanto más sencilla por cuanto la supresión del corsé de los exámenes debe propiciar una gran variedad de iniciativas. ¿Somos plenamente conscientes de que, por culpa del examen final de bachiller, Francia es actualmente uno de los pocos países en el que cualquier experimentación pedagógica, cualquier novedad que no tenga de inmediato un carácter universal, están prohibidas en la práctica? La imposición universal de la obligatoriedad del latín es un sinsentido; tanto como la uniformidad de un programa de matemáticas demasiado avanzado, ante el que algunas mentes, que quizá haya que compadecer, pero jamás condenar, se rebelan de un modo espontáneo y natural. No nos proponemos en modo alguno acabar con la tradición humanista. El latín seguirá enseñándose, en perjuicio, como es natural, de las lenguas vivas. Su conocimiento resulta indispensable para cualquier disciplina del tipo histórico. Permite acceder a una literatura cuyos ecos distan de haberse apagado. Sobre todo, el aprendizaje de una lengua de carácter sintético es una gimnasia intelectual casi insustituible. Pero para que este estudio dé frutos, debe ser serio, por lo que se le ha de asignar un número de horas suficiente. En lugar de recitar torpemente sus textos, como ocurre tan a menudo hoy, más valdría que no se impartiera en absoluto; por encima de todo, en la educación hay que eludir los enfoques aproximativos. Por ello, pese al admirable valor estetico e intelectual del griego, temo que no pueda ser mantenido, salvo con carácter excepcional: una onza de latín, algunos granos de griego..., me quedo con el buen peso del primero. Por lo demás, no deberá sentirse falsa vergüenza por recurrir a las traducciones. Del liceo no debería salir ningún alumno que no hubiera tenido contacto con las grandes obras de la Antigüedad. Es cien veces preferible haber leído, en una traducción, el texto completo de 'La Odisea' o 'La Orestíada' que contentarse con explicar penosamente dos o tres docenas de versos. Un magistrado del siglo XVIII, según cuenta Tallemant des Réaux, cuando su hijo, que estudiaba con los jesuítas, le pidió que le enviara un ejemplar de la 'Leyenda dorada', le remitió en su lugar el 'Plutarco' de Amyot: "Hijo -le escribió en una nota-, aquí tienes la vida de los santos tal como la leen las personas honestas". Dejo al parlamentario su propia opinión sobre la hagiografía. Pero ¿quién no subscribe la que le merecía la literatura griega, aunque fuera conocida, como en el caso de Amyot en un ropaje francés?

Pedimos que la educación científica, que deseamos extensiva y profunda, deje de lado con determinación lo que no es más que objeto de aprendizaje técnico. La finalidad de la enseñanza secundaria es formar espíritus y no ingenieros, químicos o agrimensores antes de tiempo. Estos especialistas encontrarán más adelante las escuelas que necesitan. Desearíamos que, sobre todo hasta la edad de catorce o quince años, se concediera una importancia mucho mayor que en el pasado a las disciplinas de la observación, entre las cuales la botánica, practicada sobre el terreno, parece destinada a ocupar un lugar preeminente. Rogamos a los matemáticos que recuerden que la función principal de la enseñanza secundaria, por ejemplo en la geometría, es mucho menos la acumulación de conocimientos (un gran número de los cuales serán en un futuro perfectamente inútiles para el conjunto de los alumnos) que un maravilloso instrumento para aguzar el raciocinio. Opinamos que pueden aligerarse de manera considerable los programas de estudios de asignaturas como la química, en los que la cantidad de fenómenos expuesta es excesiva.
Pedimos que, mediante una enseñanza de la historia y la geografía entendida en sentido amplio -personalmente añadiría, al menos en el caso de la historia: totalmente refundida-, se intente dar a nuestra juventud una imagen verídica y global del mundo. Evitemos reducir la historia, como se ha tendido a hacer últimamente, a los acontecimientos exclusívamente políticos registrados en una Europa muy cercana en el tiempo. El pasado remoto imbuye del sentido y el respeto de las diferencias entre los hombres, a la vez que despierta la sensibilidad a la poesía de los destinos humanos. En el presente, a un futuro ciudadano de Francia le es más útil hacerse una imagen justa de las civilizaciones de la India o de China que conocer de memoria el conjunto de las medidas en virtud de las cuales el "Imperio autoritario" se transmutó en un "Imperio liberal". Aquí también, como en las ciencias físicas, se impone una elección radicalmente nueva.

En resumen, pedimos una revisión razonada y exhaustiva de los valores imperantes. La tradición francesa, incorporada en un largo temario pedagógico, nos es muy cara. Queremos conservar sus aportaciones más preciosas: su gusto por la humanidad; su respeto por la espontaneidad espiritual y la libertad; la continuidad de las formas del arte y el pensamiento que constituyen el caldo de cultivo esencial de nuestro espíritu. Pero sabemos que, para serle verdaderamente fieles, nos está exigiendo que la perpetuemos en el porvenir.

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"Si salgo de ésta, volveré a mis clases"
Marc Bloch a sus compañeros de la Resistencia.




http://blogs.sapiens.cat/socialsenxarxa



Saludos

Marc Bloch y el sistema educativo

Bloch (ya tratamos sobre él aquí) discurre sobre la educación y la enseñanza en estas páginas y, pese a la distancia temporal -y espacial- que nos separa del insigne historiador e intelectual, no podemos dejar de darle la razón en prácticamente todos sus argumentos, críticas y consejos.
¿Cuándo fueron escritas estas letras? La verdad es que no lo sé con exactitud -si alguien tiene la respuesta, por favor que me saque de dudas-, pero apostaría a que no lejos del año 1940... Ya nos habla de Vichy, luego Francia ha sido derrotada por el III Reich. Éste es el año en que redactó "La extraña derrota" (libro en el cual se incluye 'Sobre la reforma de la enseñanza', en el apartado 'Escritos clandestinos', o al menos es así en la edición de que dispongo). Poco después, en 1944 -un 8 de marzo-, el profesor Marc Bloch era detenido por la Gestapo, torturado, encerrado y ejecutado el 16 de junio, junto a otros detenidos (entre ellos un menor de edad, que bien podría haber sido alumno suyo, con quien habló antes de sus muertes).
Digo que podríamos aplicar perfectamente las palabras de este gran hombre a nuestro actual sistema educativo; quizá no todo encaje al cien por cien, por supuesto que existen diferencias, pero en lo básico y profundo seguimos tropezando con los mismos errores, para perjuicio de nuestras sociedades actuales y futuras.

El subrayado es mío. Lo divido en dos entregas, ya que he copiado el texto íntegro y no es corto. Aquí lo tenéis:


SOBRE LA REFORMA DE LA ENSEÑANZA

Esta cuestión de importancia capital, que el GCE ha inscrito en su programa de trabajo, será objeto de varias notas e informes de los 'Cahiers politiques',bajo la responsabilidad de sus autores.

NOTAS EN DEFENSA DE UNA REVOLUCIÓN DE LA ENSEÑANZA


Todas las desgracias nacionales claman, primero, por un examen de conciencia; después (porque el examen de conciencia, si no propicia un esfuerzo por mejorar, no es más que una suerte de complacencia taciturna) por la elaboración de un plan de renovación. Cuando, después de la victoria inminente, los franceses nos reencontremos sobre una tierra que haya recuperado la libertad, nuestro gran deber será rehacer una Francia nueva.
De todas las reconstrucciones indispensables, la de nuestro sistema pedagógico no será la menos urgente. En la esfera tanto de la estrategia, como de la práctica administrativa o, simplemente, de la resistencia moral, el desmoronamiento se ha producido ante todo entre nuestros dirigentes, y (¿por qué no tener el valor de reconocerlo?) en una parte sustancial de nuestro pueblo; ha sido una derrota tanto de la inteligencia como del carácter. Lo que equivale a decir que, entre sus causas profundas, las deficiencias de la formación que nuestra sociedad impartía a sus jóvenes han tenido una función decisiva.

Una reforma tímida no será suficiente para enmendar estos vicios. No se le devuelve la educación a un país poniéndole parches a sus viejas rutinas. Se impone una revolución. No sucumbamos al descrédito que un régimen odioso querría arrojar sobre esta palabra, a la que ha escogido para camuflarse. En la enseñanza, como en todos los ámbitos, la pretendida revolución nacional ha oscilado constantemente entre la vuelta a las rutinas más obsoletas y la imitación servil de sistemas ajenos al talante de nuestro pueblo. La revolución que deseamos sabrá ser fiel a las tradiciones más genuinas de nuestra civilización. Y será una revolución porque impondrá novedades.
No nos llamemos a engaño: será una tarea ruda. No se hará sin desgarros. Siempre será difícil persuadir a los maestros de que los métodos que se han utilizado tanto tiempo y de manera tan concienzuda quizá no fueran los mejores posibles; a los hombres maduros, de que sus hijos se beneficiarán de recibir una educación distinta a la suya; a los antiguos alumnos de las grandes Escuelas, de que estos centros adornados del inmenso prestigio del recuerdo y la camaradería deben ser suprimidos. Pero en este caso, como en los demás, el porvenir será de los audaces; y para todos los hombres dedicados a la enseñanza,  el peligro más grave está en la cómoda complacencia con las instituciones en las que se han ido creando poco a poco un nido confortable.
En unas pocas páginas resulta imposible debatir el programa de esta revolución necesaria. Su esquema preciso se trazará más adelante, si procede, y en colaboración. Por el momento me ceñiré a algunos principios rectores.

Se impone una condición preliminar, tan imperiosa que, de no cumplirse, no podrá hacerse nada serio. Es menester, tanto para la educación de sus jóvenes, como para el desarrollo permanente de la cultura en el conjunto de sus ciudadanos, que la Francia del mañana sepa gastar incomparablemente más de lo que ha gastado hasta la fecha.
En este sentido, dos episodios de la preguerra han marcado brutalmente la actitud de los elementos que la derrota iba a izar al poder y que la victoria destronará pronto. Cuando era ministro de la "Prosperidad", André Tardieu elaboró un amplio programa de "equipamiento nacional", en el que comenzaba por proscribir, lisa y llanamente, de dicho equipamiento nacional cualquier dotación científica (más tarde, si no me equivoco, un arrepentimiento de última hora hizo que se incluyeran en el presupuesto algunos créditos para los laboratorios, pues, después de todo, la 'Schwerindustrie' no puede ignorar por completo que los técnicos sirven para algo; las bibliotecas, en cambio, siguieron sumidas en el olvido: ¿algún "realista" se ha preocupado por los libros?). Cuando era ministro de la "Gran Penitencia", Pierre Laval, deseoso ante todo de habérselas con los salarios, aunque fuera de carambola, decidió efectuar unos oscuros recortes en los gastos de la República, y pudimos comprobar que, de todos los gobiernos civilizados, el de Francia era el único que hacía extensivo este ahorro a las obras de la inteligencia. "Lo que siempre nos ha llamado la atención de sus gobernantes -me dijo un día un amigo noruego-, es el escaso interés que atribuyen a las cosas del espíritu." Una sentencia terrible. Desearíamos dejar de merecerla de una vez por todas...

De modo que nos harán falta nuevos recursos. Para nuestros laboratorios. Para nuestras bibliotecas probablemente aún más, pues hasta ahora han sido las grandes víctimas (las bibliotecas sabias, pero también las llamadas populares, cuyo miserable estado, comparado con lo que ofrecen Inglaterra, América e incluso Alemania,es una de las vergüenzas más inconfesables de nuestro país. ¿Quién ha logrado hojear el catálogo de la biblioteca de una ciudad grande sin sentirse invadido por la melancolía?, ¿quién ha visitado la biblioteca de una ciudad de provincias sin constatar la reducción progresiva de sus compras, la decadencia de la cultura desde hace unos cincuenta años? La burguesía llamada ilustrada ya no lee apenas; y no se da ocasión a que los libros tienten a quienes, por proceder de medios menos acomodados, estarían encantados de poder leer).

Para nuestras empresas de investigación. Para nuestras universidades, nuestros liceos y nuestras escuelas,  donde conviene que entren la higiene y la alegría: la juventud tiene derecho  a dejar de estar confinada entre muros leprosos, en la oscuridad de sórdidas mazmorras. También nos harán falta recursos, digámoslo sin tapujos, para dar a nuestros maestros, en todos sus grados, una existencia no lujosa (la Francia con la que soñamos no es una Francia del lujo), pero sí suficientemente despreocupada de las mezquinas angustias materiales, bastante protegida contra la necesidad de buscar medios de sustento accesorios, para que estos hombres puedan abordar sus tareas de enseñanza o de investigación científica con un espíritu completamente libre, que no deje en ningún momento de refrescarse en las fuentes vivas del arte o de la ciencia.
Pero estos sacrificios indispensables serían vanos si no se hicieran en pro de una enseñanza totalmente rejuvenecida.

Una palabra, una palabra odiosa, resume una de las taras más perniciosas del actual sistema: `bachotage' (preparación acelerada e intensiva de exámenes). En efecto, donde menos profundamente ha calado este veneno ha sido en la enseñanza primaria: aunque me temo que también en ella ha penetrado. La enseñanza secundaria, la de las universidades y las grandes escuelas están absolutamente infectadas.
"Bachotage". Dicho de otro modo, temor al examen y a la clasificación. Aún peor: lo que no debía ser más que un revulsivo, destinado a poner a prueba el valor de la educación, se convierte en un fin en sí mismo, hacia el cual se acaba orientando todo el proceso educativo. Ya no se invita a los niños o los estudiantes a adquirir los conocimientos cuya solidez se evaluará, mejor o peor, mediante un examen. A lo que se les invita es a preparar el examen. De igual modo, un perro sabio no es un perro que sabe muchas cosas, sino un perro que ha sido entrenado a imitar, mediante algunos ejercicios escogidos de antemano, la ilusión del saber. "Logrará usted seguramente el título el año próximo -decía ingenuamente un juez de un tribunal de agregaduría a uno de mis estudiantes-, este año todavía no está usted lo bastante preparado para el concurso". Durante los veinte últimos años, este mal ha causado espantosos estragos. Nuestros estudiantes de licenciatura tropiezan de certificado en certificado. Desde la revolución nacional, ya no se entra en la abogacía sin un examen suplementario. Algunos liceos han organizado, interrumpiendo con ello el ritmo regular de los estudios, un examen de "prebachillerato". En las librerías médicas de París se venden, ya preparadas, preguntas para acceder a la categoría de interno, que no hay más que aprender de memoria. Algunas instituciones privadas han desglosado los programas tema a tema y se jactan de haberlo hecho con tanta exactitud que a la mayoría de sus candidatos sólo les plantean preguntas ya tratadas y corregidas. De arriba abajo de la escala, la atracción de los futuros exámenes ejerce un efecto indudable. En detrimento de  su instrucción, en ocasiones de su salud, un sinfín de niños asiste demasiado jóvenes a unas clases concebidas originalmente para personas de mayor edad, porque hay que evitar a cualquier precio el posible retraso que más adelante les impediría cumplir el límite de edad fijado por tal o cual gran Escuela. "Todos nuestros temarios científicos de enseñanza secundaria -me dijo un físico-, están concebidos en función del de la Escuela Politécnica". Y, en los liceos o colegios, los exámenes constantes alientan menos la emulación, por otra parte mal entendida, que la aptitud para el trabajo apresurado, que padecerán más tarde nuestros miserables adolescentes, en plena canícula, en aulas recalentadas.

No creo que sea necesario insistir en los inconvenientes intelectuales de semejante manía examinatoria. Pero no estoy tan seguro de que sus consecuencias morales se hayan percibido con idéntica claridad: el temor ante cualquier iniciativa, tanto por parte de los maestros como de los estudiantes; la negación de la curiosidad; el culto del éxito, que ha suplantado al gusto por el conocimiento; una especie de temor perpetuo y de hosquedad cuando lo que debería imperar es la alegría desenfadada de aprender; la fe en la suerte (pues estos exxámenes, al margen de cómo los perciban los examinadores, son por naturaleza aleatorios: recordemos si no la terrible y sorprendente encuesta de Piéron y Laugier, que tan sabiamente acallaron los jefes de la Universidad: entre un corrector y otro, e incluso entre las manos del mismo corrector, de un día a otro, la conclusión fue que se producían variaciones sumamente inquietantes en las notas); y, por último, un factor infinitamente más grave, la fe en el fraude. Pues en nuestras clases se "copia" los días de las pruebas escritas, se copia en nuestras aulas de examen, se copia con mucha mayor frecuencia y con mucho más exito de lo que las autoridades quieren reconocer oficialmente. Es cierto, estoy al tanto, todavía subsisten, gracias a Dios, personas honestas. Admito incluso que son numerosas. Tienen mucho mérito. "Cómo habrás copiado de bien": así fue como un alumno conocido, que acababa de sacar el primer puesto en un examen y lo había logrado sin trampas, fue increpado, con un tono de admiración atroz, por uno de sus camaradas. ¿Es ésta la atmósfera en la que debe formarse la juventud?

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Saludos

jueves, 28 de julio de 2011

Sobre el reflejo social del cambio demográfico en el mundo árabe

Interesante artículo de Youssef Courbage, director de investigaciones en el Instituto Nacional de Estudios Demográficos, París, para el nº189 de Le Monde Diplomatique en español (julio 2011). Ahí va:

El tiempo de la juventud árabe

En los últimos veinte años, la convergencia demográfica de los países de las orillas sur y norte del Mediterráneo prosiguió a ritmo sostenido. El índice de fecundidad -que sirvió para dar una imagen despreciable de los mundos musulmanes (1)- muestra que el Líbano, Túnez, Marruecos, Turquía e Irán alcanzan actualmente niveles que se acercan a los de los países europeos.
Estas metamorfosis demográficas son portadoras de irreversibles transformaciones políticas. En Marruecos, el índice de fecundidad no ha dejado de retroceder desde 1975, para alcanzar los 2.19 hijos por mujer en la encuesta de 2009-2010. En áreas urbanas, está hoy por debajo del umbral de renovación de las generaciones (2.05 hijos por mujer). Lo mismo sucede en Túnez, desde hace una década.
Habida cuenta de la demografía, las revueltas árabes aparecen como ineluctables. El proceso que Europa vivió a partir de la segunda mitad del siglo XVIII se propagó al mundo entero; no podía quedar fuera el sur del Mediterráneo, que desde hace cuatro décadas vive las mismas transformaciones demográficas, culturales y antropológicas. El mundo árabe no es una excepción: creerlo sería pecar de esencialismo, inventando un homo arabicus o un homo islamicus por definición reacio al progreso.
Excluyendo a los libaneses cristianos -que se beneficiaron de la presencia de las misiones y sus universidades desde el siglo XIX- una parte del mundo árabe empezó a metamorfosearse a partir de los años 1960, gracias al alza del nivel de instrucción y a la baja de fecundidad. En el Túnez de Habib Burguiba, la voluntad de modernización pasó por el acceso a la enseñanza, tanto para los varones como para las mujeres. En Marruecos, los primeros gobiernos de la independencia también habían hecho de la educación su prioridad, antes de que esos esfuerzos se vieran frenados por temor a que hicieran tambalear las jerarquías políticas -lo que explica su actual retraso en materia de alfabetización, sobre todo para las chicas y en el medio rural-.
La generalización de la instrucción fue acompañada por un creciente control de la natalidad y de la extensión del uso de métodos contraceptivos. El descenso de la fecundidad en algunos países árabes ha sido tan fuerte que se quebrantaron los valores tradicionales de tipo patriarcal. El cuestionamiento del pater familias implica, a cierto plazo, el de todos los "padres de los pueblos" -como se ha visto ya en Túnez o Egipto. También debe señalarse la clara decadencia de la endogamia, es decir del estancamiento del grupo familiar que conlleva el repliegue de los grupos sociales sobre sí mismos y la rigidez de las instituciones. Una sociedad que se abre al exterior está más dispuesta a rebelarse frente a un gobierno autoritario. Así, la escolarización masiva y el descenso de la natalidad pueden provocar, indirectamente, una toma de conciencia y desencadenar las revueltas. (este tipo de subrayado es mío)

Tales conmociones en la esfera familiar tienen efectos de doble filo. Limitar su descendencia permite criar mejor a sus hijos, alimentarlos mejor, escolarizarlos en un mejor nivel y por más tiempo. En una familia restringida -modelo al que tiende la família árabe-, las interacciones padre-madre y padres-hijos se tornan asimismo más "democráticas", lo que sólo puede tener repercusiones positivas en el plano social y político. Los problemas surgen cuando viven juntos un hijo instruido y un padre analfabeto pero que ejerce el poder absoluto (herencia de las sociedades patriarcales). La cohabitación se torna entonces "complicada". Estos transtornos familiares aparecen nuevamente en una escala más global, y pueden explicar -al menos parcialmente- los fenómenos islamistas.
La instrucción generalizada de los varones, y luego de las niñas, condujeron al despertar de las conciencias, quizás incluso a un cierto "desencanto" del mundo, e indujeron una secularización de la sociedad. Los jóvenes universitarios desocupados fueron los primeros en rebelarse. Pero, de Marruecos a Jordania, los manifestantes son de ambos sexos y pertenecen a todas las edades y a todos los grupos sociales: esas revoluciones, de naturaleza esencialmente seculares, no son exclusividad de los jóvenes.
En su teoría del "choque de civilizaciones", Samuel Huntington consideraba al aumento de la proporción de jóvenes en la población como un factor de desestabilización del mundo y de desarrollo del islamismo: aportaría trastornos sociales, la guerra y el terrorismo (2). Al precipitarse en esa vía, ciertos politólogos se aventuraron a ver una relacion de causalidad entre juventud y propensión a la violencia. La principal falla de este razonamiento es que toma un dato temporal por una realidad universal y la imputa a factores religiosos y de civilización. Esta "ola de jóvenes", que se origina en un período de alta fecundidad antes de los años 1980, y un fuerte retroceso de la mortalidad, sería consubstancial a una mentalidad común a todos los pueblos árabes o musulmanes, de Marruecos a Indonesia.
Ahora bien, los datos demográficos revelan una extrema diversidad de situaciones. En especial, muestran que la "ola joven" es efímera. Si se sigue el paradigma de Huntington, a la violencia política de los jóvenes debería sucederle pronto una "reabsorción" de esa generación, y por lo tanto una pacificación de la sociedad. Sucede que, desde los años 2000, esta ola ha sido superada en Marruecos, en Argelia o incluso en Arabia Saudí. El Líbano, precursor, vivió el pico de su población joven en plena guerra civil, en 1985, y Turquía en 1995; Egipto y Siria tan sólo en 2005. Con excepción de Yemen (donde el descenso comienza ahora) y Palestina (donde se entrevé para 2020), el predominio demográfico de los jóvenes habrá desaparecido por completo en tres décadas, para alcanzar los niveles europeos.



Algunos ejemplos concretos:

Argelia. Con más de 8 hijos por mujer, la tasa de fecundidad argelina era, en época de la independencia, una de las más altas del mundo árabe. La transcición demográfica empezó más tarde que en los países vecinos -una particularidad que debe menos a la política de natalidad del Gobierno que a los efectos de una economía de renta, que prácticamente permitió alimentar a la población de "la cuna a la tumba". En dos décadas, su fecundidad se derrumbó hasta alcanzar la de Túnez y Marruecos. Pero, a partir de 2000, experimentó una evolución inversa a la de los países vecinos y comezó a progresar. La reabsorción de la crisis y la disminución de la violencia política constribuyeron al aumento de matrimonios (341 000 celebrados en 2009 frente a 280 000 en 2005).
Libia. Subpoblada y rentista, Libia vivió una transición demográfica similar a la de los países del Golfo productores de petróleo. Durante mucho tiempo, la política de natalidad oficial se vio acompañada de una generosa redistribución de los dividendos del oro negro. Pero tras el contrachoque petrolero, seguido del embargo internacional, la fecundidad disminuyó hasta alcanzar 2.4 hijos por mujer en 2010, según las Naciones Unidas.
Egipto. Su estabilidad demográfica contrasta con su actual inestabilidad política. A pesar de una densidad extrema, debida a que apenas el 4 ó 5 % del territorio es habitable, la población sigue aumentando al ritmo del 2% anual. Su alta fecundidad no disminuye, como ocurre en todas partes. Se mantiene en alrededor de 3.25 hijos por mujer, es decir un 50% más que Marruecos o Túnez.
Jordania. A pesar de sus enormes progresos en el plano de la educación y la alfabetización, el país mantiene una fecundidad relativamente alta ( más de 3.5 hijos por mujer), estable desde hace unos diez años. El fenómeno se explica por una absoluta filiación patrilineal y la necesidad de asegurar una descendencia masculina -a diferencia de los países del Magreb, donde muchas parejas se liberaron de este imperativo-. Las rivalidades confesionales, regionales o sobre el origen (palestinos o transjordanos), contribuyen a perpetuar una fuerte fecundidad.
Líbano. Con un promedio de 1,69 hijos por mujer, el Líbano constituye una excepción en la región. Desde terminada la guerra civil (1976-1990), desaparecieron las rivalidades demográficas observadas en los años 1960 y 1970. Aunque los niveles sean diferentes, en la actualidad se observa el mismo comportamiento en el seno de los distintos grupos confesionales, de los maronitas a los chiíes, pasando por los griegos ortodoxos o católicos, los suníes y los drusos.
Turquía. Hoy el país se sitúa por debajo del umbral de renovación de las generaciones (2,09 hijos por mujer*). Es decir, a pesar de que ejerce el poder un gobierno islamista y proclive a favorecer la natalidad -como era el de Necmettin Erbakan (1996-97)-, las familias deciden libremente el número de sus hijos y eligen limitarlo. Otra ilustración de ese fenómeno de disociación es Irán, con régimen islamista, donde la fecundidad resulta aún más baja (1,83 hijos por mujer).
Israel-Palestina. Gran sorpresa: la fecundidad de la población judía de Israel sigue aumentando año tras año (3 hijos por mujer), mientras que no deja de disminuir entre los palestinos de los territorios ocupados, en Cisjordania (incluída Jerusalén-Este) e incluso en Gaza, donde durante la primera Intifada alcanzaba un record mundial. Actualmente, debe de contar con no más de 3,6 hijos por mujer (3,1 en Cisjordania y 4,7 en Gaza, según la Oficina del Censo estadounidense). Entre los árabes israelíes, la fecundidad de 3,4 hijos está casi por alcanzar la de los judíos israelíes.

(1) Como por ejemplo en la pluma de la periodista Oriana Fallaci, La rabia y el orgullo, El Ateneo, Buenos Aires, 2002.
(2) Samuel P. Huntington, El choque de civilizaciones, Paidós, Barcelona, 1997.
*El umbral de renovación generacional es de 2,1.



En resumen: la calidad de la educación de hijas e hijos, por lo general inversamente proporcional al número de éstos en cada família (número medio que a su vez varía según la educación que recibieran los padres), es un ingrediente básico para conseguir avanzar -como se está avanzando- hacia una democratización del mundo árabe, o de cualquier otro "mundo". Esto es así, en la medida en que la educación crea espíritu crítico, y éste conforma una ciudadanía consciente y responsable.

Saludos